Teoría de la mano negra y los pálidos reflejos

Carlos Jijón

Guayaquil, Ecuador

A menos de un mes de las elecciones generales de 2021 para elegir al sucesor de Lenín Moreno, una mano negra parece intentar bloquearlas con el pretexto de permitir que Álvaro Noboa pueda inscribir su candidatura después que terminó el plazo que tenía para hacerlo.

La situación parecería tonta si no fuera tan grave. El 6 de enero de 2021, el juez del Tribunal Contencioso Electoral Ángel Torres ha destituido a cuatro de los cinco vocales del Consejo Nacional Electoral, incluyendo a la presidenta del organismo, con el argumento que el CNE no ha otorgado un nuevo plazo a Justicia Social para que inscriba una nueva candidatura presidencial.

Justicia Social es un movimiento fantasma, controlado por el correísmo, eliminado del registro electoral después que la Contraloría determinó que había falsificado las firmas para inscribirse, y que anunció la intención de postular a Alvarito Noboa un mes después de que concluyó el plazo para inscribir candidatos.

Uno puede preguntarse por qué el juez electoral Ángel Torres pone en peligro el proceso electoral para permitir la participación de un partido controlado por el correísmo y sospechoso de corrupción. No solo está dirigido por el expresidente del Colegio de Abogados del Guayas, Jimmi Salazar, casado con Pamela Martínez la exsecretaria del expresidente Rafael Correa. Sino que en el proceso del Caso Sobornos se pudo conocer que parte del dinero de la corrupción, era direccionado por Pamela Martínez hacia Guayaquil para que los beneficiarios lo retiren en el edificio del Colegio de Abogados.

Uno puede entender por qué el correísmo quisiera a toda costa inscribir la candidatura de Noboa para dividir la votación del centro a la derecha que se ha concentrado alrededor de Guillermo Lasso.

Pero no deja de ser incomprensible que Álvaro Noboa consiente en el juego de unirse a Correa para facilitar el triunfo de Andrés Arauz. ¿Cree que tiene alguna oportunidad de llegar al menos a segunda vuelta? Es poco probable, si se considera que en las dos últimas elecciones en las que ha participado ha obtenido tan escasa votación que incurrió en causal para que su partido fuera eliminado del registro.

Yo sostengo que Álvaro Noboa no tiene ningún derecho a inscribir su candidatura una vez que concluyó el plazo que todos los aspirantes tenían para hacerlo. Me parece indecente que intente postularse por un partido dirigido por un correísta militante. Y me parece inexplicable que un juez honrado ponga en peligro el proceso electoral para permitirlo.

Si Alvarito quería ser candidato debió tener listo un partido político que pueda participar en los comicios. Y sobre todo, debió decidirse a tiempo, no un mes después de vencido el plazo. ¿Qué corona tiene? Sin mencionar que la manera como ha puesto en peligro la estabilidad democrática, manipulado tribunales y hasta a la mismísima Comisión Interamericana de Derechos Humanos, da la idea de lo que pudiera ser su comportamiento si tuviera la capacidad de llegar realmente al poder.

Siendo objetivos, no la tiene. Pero sí una insospechada e inadvertida capacidad de desestabilización. ¿O el que busca desestabilizar la democracia es realmente Correa y no Alvarito? ¿Qué es lo que buscan realmente? ¿Que Álvaro sea candidato? ¿Favorecer a Arauz? ¿O conmocionar de tal modo el país con la destitución y reemplazo de los vocales del CNE pocos días antes de las elecciones, con la intención de que el sistema democrático colapse?

A fines de la década de los setenta, cuando el Ecuador se esforzaba en salir de la dictadura militar, el entonces vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral, Rafael Arízaga Vega, denunció al país la existencia de una mano negra que intentaba impedir el triunfo del candidato del cambio, el abanderado del CFP, Jaime Roldós Aguilera. Y, sentencioso, ante los periodistas, advirtió que todas las irregularidades que habían ocurrido hasta ese momento, no eran más que un pálido reflejo de lo que vendría.

Cuarenta años después, parece clarísimo que aquí hay otra mano negra. Y que lo que han armado hasta este momento para «recuperar la Patria» no es más que un pálido reflejo de lo que están dispuestos a hacer.

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