El Gobierno palestino anunció hoy un endurecimiento de restricciones en Cisjordania para contener su pico de contagios de COVID-19, con el cierre del sistema educativo a partir de mañana o el refuerzo de controles policiales para hacer cumplir las limitaciones vigentes.
El primer ministro, Mohamed Shtayeh, anunció que universidades y escuelas deberán cerrar al alumnado a partir de domingo y pasar a clases virtuales, con excepción de los estudiantes de secundaria.
A su vez, el movimiento entre provincias del territorio cisjordano ocupado queda «estrictamente prohibido».
También se veta la circulación de automóviles y el transporte durante el toque de queda nocturno diario, desde las siete de la tarde hasta las seis de la madrugada, lapso en el que todos los comercios deben mantenerse cerrados con excepción de farmacias y panaderías.
En fines de semana (viernes y sábado), cuando formalmente se aplica un cierre general, el tráfico de vehículos también estará vetado. Los únicos exentos de estas limitaciones son servicios municipales o personal médico, transportes de suministro alimentario o agrícola y de emergencia sanitaria, detalló Shtayeh.
Asimismo, concretó que instituciones públicas, negocios privados y el sector industrial solo podrán trabajar presencialmente con el 50% de personal, una limitación que incluye a bares y restaurantes.
El toque de queda nocturno diario y el cierre en fines de semana están vigentes en Cisjordania desde hace meses, pero el cumplimiento de las restricciones por parte de la población se ha ido reduciendo, y con el anuncio de hoy las autoridades buscan reforzar las medidas.
Según el primer ministro, estas estarán en vigor desde mañana y se extenderán al menos durante 12 días.
Esta semana, los contagios aumentaron mucho en Cisjordania (con unos tres millones de habitantes), en parte por la propagación de las variantes británica y sudafricana del virus, alertó Shtayeh.
El Ministerio de Sanidad registró hoy 910 casos en 24 horas, y los últimos días llegó a detectar más de 1.400 contagios diarios, con un porcentaje de positivos de más del 20% entre los test realizados.
El incremento de infecciones también ha tensionado el precario sistema sanitario palestino, con las salas de cuidado intensivo para pacientes con COVID-19 casi saturadas, con una ocupación del 95%.
Desde el inicio de la pandemia, los territorios palestinos (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, con más de cinco millones de habitantes) registran más de 206.000 contagios y 2.236 fallecidos.
A su vez, Cisjordania y Gaza están a la espera de la llegada de lotes cuantiosos de vacunas para acelerar su lento proceso de inoculación. Hasta ahora, solo recibieron un total de 30.000 dosis de Sputnik V, donadas por Rusia y Emiratos Árabes Unidos, y 2.000 de Moderna por parte israelí, que debe entregar unas 3.000 más.
Israel, por su parte, lidera la campaña de vacunación más veloz del mundo, y ya inoculó con al menos una dosis al 50% de población.
Al mismo tiempo, varias ONG han insistido en su responsabilidad de prestar más ayuda y facilitar la vacunación a la población palestina de Gaza y Cisjordania por su papel como «potencia ocupante». EFE (I)