Los 50 años en el poder en Siria de la familia Al Asad

Jóvenes sirios pasan frente a un cartel que muestra una foto del presidente Bashar al-Asad, en el centro de la capital, Damasco, el 9 de julio de 2018, con una leyenda debajo árabe que dice: "Si el polvo del país habla, dirá Bashar al-Asad". Louai Beshara / AFP

Tres días antes del aniversario del inicio de las revueltas que derivaron en la cruenta guerra que ha asolado Siria, ese sábado tiene lugar otra efeméride en el país árabe, la de los 50 años de la asunción del poder por parte de la familia Al Asad.

El 12 de marzo de 1971 fue nombrado formalmente presidente el padre de Bachar al Asad, Hafez, iniciando una dinastía que, al estilo de las monarquías vecinas del golfo Pérsico, parece empeñada en perpetuarse en la jefatura del Estado.

Ese día culminó un ascenso al poder que Hafez Al Asad había comenzados ocho años antes, el 8 de marzo de 1963, con su participación en el golpe de Estado que llevó al partido socialista Al Baaz al Gobierno.

Al Asad, uno de los líderes de la asonada, fue nombrado después ministro de Defensa del nuevo Ejecutivo, en el que las disputas internas por el poder le enfrentaron a otro de sus hombres fuertes, Salah Jadid, asistente del secretario general de Al Baaz.

Esta rivalidad culminó en octubre de 1970, cuando Jadid intentó despedir a Hafez y este respondió ordenando al Ejército que detuviera tanto a este como al presidente, Nur al Din al Atasi. El 22 de febrero de 1971 se sometió a un referéndum en el que recibió la abrumadora mayoría del 99,2 % de los votos y tres semanas después fue designado presidente. Al Asad padre empleó durante todo su mandato este tipo de consulta para perpetuarse en el poder, con plebiscitos cada siete años.

ECONOMÍA SOCIALISTA Y SUCESIÓN DINÁSTICA

En 1973 logró imponer una Constitución que otorgaba a Al Baaz el liderazgo del Estado y de la sociedad e imponía un modelo económico socialista que otorgaba al sector público un rol esencial.

La transmisión del poder de Hafez al Asad a su hijo Bachar se produjo al estilo de una sucesión monárquica, pero este no estaba en un principio destinado a la jefatura del Estado y se había graduado en Medicina y especializado en Oftalmología en Londres. Tuvo que regresar a Siria en 1994, cuando su hermano mayor y sucesor designado, Basel, murió en un accidente de tráfico.

Se incorporó al ejercito, donde alcanzó el grado de coronel, y en el año 2000 asumió el poder a la muerte de su padre, enfermo de leucemia.

En ese momento su plan era llevar a cabo una apertura política en el país, pero sus propósitos, si fueron sinceros, se truncaron con los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y la posterior invasión por este de Irak, hechos que acabaron influyendo en las relaciones entre el país norteamericano y Siria.

ENEMISTAD CON ESTADOS UNIDOS

Washington acusó a Siria de permitir la infiltración de terroristas en Irak para realizar atentados contra la presencia de sus tropas en suelo iraquí y Damasco rechazó la solicitud estadounidense de dejar de apoyar al partido libanés Hizbulá y al movimiento islamista palestino Hamás.

En 2005, EEUU además respaldó las acusaciones contra Siria de estar implicada en el asesinato del entonces primer ministro libanés, Rafic al Hariri, por el que recientemente ha sido condenado en un tribunal especial internacional un miembro de Hizbulá.

En este contexto, Al Asad hijo reforzó sus relaciones con Rusia y con Turquía.

La llegada en 2011 de la Primavera Árabe a Siria pilló a Damasco seriamente enemistado con Washington, que, cuando las revueltas derivaron en una guerra civil abierta, estuvo a punto de llevar a cabo una intervención militar en el país árabe tras acusar al régimen de usar armas químicas contra su población.

Siria acabó convertida en un escenario de las tensiones internacionales, con presencia de tropas de Estados Unidos, Rusia y Turquía, y milicias proiraníes, y en un foco de terrorismo del grupo Estado Islámico y del Frente al Nosra, exfilial siria de Al Qaeda.

Por momentos, Bachar al Asad parecía al borde de perder por completo el control del país que había heredado de su padre, pero el apoyo de Moscú, Teherán y el acoso de Turquía a los kurdos del norte, le dieron el oxígeno necesario para recuperar la mayor parte del territorio perdido.

Ahora, el conflicto está estancado y amplias zonas del norte del país escapan al control de Damasco, pero el presidente está firmemente asentado en la capital con el apoyo de sus aliados internacionales. La República.

Más relacionadas