La merecida prisión de Jeanine Áñez

Carlos Jijón

Guayaquil, Ecuador

Los despachos de prensa traen la noticia de que la expresidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, que asumió el poder en noviembre de 2019, tras la renuncia de Evo Morales, ha sido capturada esta madrugada y trasladada a La Paz, acusada por un juez de sedición y terrorismo, por haber asumido la presidencia después que, tras Evo, renunciaron también el vicepresidente de Bolivia, Álvaro Linera, el presidente del Senado, y el primer vicepresidente del mismo organismo, todos militantes del Movimiento Al Socialismo, con la aparente estrategia de crear un vacío de poder tras la huída de Evo.

Morales había renunciado en medio de un levantamiento popular en contra del intento de fraude electoral, denunciado por la OEA, con el que pretendía se proclame que había sido reelegido en primera vuelta para un cuarto período consecutivo como presidente de Bolivia.

La estrategia se cayó cuando Áñez, la segunda vicepresidenta del Senado, declaró que como cuarta en la línea de sucesión, ella estaba en capacidad de asumir la Presidencia, mientras que Evo abandonaba Bolivia en un avión enviado por el presidente de México.

He visto esta tarde sus fotos tras las rejas, en la celda de mala muerte en la que la han recluido tras el retorno de los militantes del MAS, y pienso sinceramente que Jeanine Áñez tiene bien merecida la prisión.

Ella debió entender que un líder democrático tenía que crear las condiciones para evitar que los enemigos de la democracia y de la libertad retomen el poder tras su breve interinazgo. Y en lugar de apoyar al más sólido opositor a los socialistas, al expresidente Carlos Mesa, que ya había obtenido más votos que el resto de la oposición junta, no se le ocurrió mejor idea que postular su propia candidatura, dividiendo así al electorado prodemocrático, y favoreciendo el triunfo de Luis Arce, el sucesor de Evo.

Que estaban cansados de la trampa del “binarismo”, de la fatal disyuntiva de tener que elegir entre la dictadura y la democracia, argumentaron ella y el resto de candidatos que brotaron como hongos, no solo para disputar a Mesa los votos de la oposición, sino también para atacarlo. Que no tenía carisma, decía Luis Fernando Camacho, del Comité Cívico de Santa Cruz, que postuló también, de manera insensata, su candidatura.

 Hasta el ponderado Tuto Quiroga, que tantas batallas había dado por la libertad de su patria, optó por dividir el electorado con su postulación, por más que pocos días antes de los comicios, ante la evidencia de que no obtendría más de 3% de los votos, él y la propia Jeanine Áñez, renunciaron a sus candidaturas y dejaron en libertad a sus escasos partidarios.

Ya el daño estaba hecho. Tras catorce años de un gobierno dictatorial que los persiguió, ni Áñez, ni Camacho, ni Quiroga, entendieron la necesidad de unirse para apoyar a un candidato que pueda vencer al escogido por Evo Morales con la venia de Venezuela y Cuba. Ni siquiera vislumbraron el riesgo que ellos mismos corrían. Si no era por la Patria, al menos debieron pensar en ellos mismos. Tal ceguera merece la cárcel.

“Es vuestra hora/vayan pues, en buena hora”, escribió Nicolás Maquiavelo tras la ejecución de Pier Paolo Boscoli y Agustino Caponi, que fueron llevados al patíbulo en 1519, tras no tomar las medidas necesarias para derrocar exitosamente la dictadura de los Médici. Cuando supo de la muerte en el exilio de Pietro Soderini, que había gobernado la república de Florencia sin tomar las precauciones mínimas para evitar el triunfo de los autoritarios, Maquiavelo escribió: “ánima tonta/ve al limbo con los otros niños”.

Permitir el triunfo de la tiranía, por mera indiferencia con el futuro, y sin advertir las consecuencias personales de la pérdida de la libertad, es una estupidez mayor. El que tenga oídos que oiga.

La expresidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez se asoma desde las celdas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), hoy, en La Paz (Bolivia). La expresidenta interina boliviana Jeanine Áñez dirigió este sábado sendas cartas a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la delegación de la Unión Europea (UE) en Bolivia en las que pide la presencia de una misión de observación para que «evalúe de manera objetiva» su aprehensión. EFE/ Stringer

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