Buen golpe

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

El allanamiento al Contralor y a sus compañeros de aventura me recordó la parábola de David y Goliath, por lo certero de la pedrada a un gigante y lo desigual del enfrentamiento de la fiscalía con una corrupción enquistada desde hace décadas.

Pueden plantearse muchísimos argumentos para cuestionar el trabajo institucional que llevó a semejante redada, puede criticarse la lentitud, la inoperancia de la justicia, pero es fantástico saber que finalmente hay una fiscalía que actúa, analiza y marca la ruta para una sanción efectiva contra los delincuentes de cuello blanco que han hecho su fortuna mermando de la función pública.

Ya la justicia se encargará de establecer responsabilidades, determinar grados de culpabilidad, etc. , y no es mi afán el hacer leña del árbol caído. No soy juez ni ambiciono serlo. Pero el solo hecho que la ley cuestione y detenga a altos funcionarios de este y de anteriores gobiernos y los obligue a declarar ante la justicia es algo que parecía inimaginable hace pocos años.

Ya nos habíamos acostumbrado a la huida previa, a las filtraciones de información, a la diligencia inútil, a los jueces venales y a las sanciones insuficientes. Sabíamos de lo eficaz del tráfico de influencias, de los contratos a dedo, los negociados con la familia, la impunidad en bloque. Nos habíamos acostumbrado a mirar a lo lejos las mansiones amuralladas e inalcanzables para quienes no negociaban con el Estado, y a la crítica en voz baja sobre fortunas de nuevo cuño, sospechosamente coincidentes con los nexos de los políticos de turno.

Para nuestra vergüenza, el Presidente y vicepresidente en ejercicio fungieron de autores, cómplices y encubridores de escándalos que en otros países vecinos habían significado la dimisión de mandatarios ante la magnitud de las denuncias.

Pero aquí, una masa informe llamada Asamblea, una contraparte inoperante y desmemoriada compuesta por contralor, fiscal y procurador se encargó de frenar sistemáticamente todo intento de lograr justicia ante la inocultable responsabilidad de sus autoridades y compañeros de partido.

No alcanzamos a dimensionar la gravedad del hecho que los últimos dos contralores hayan sido cuestionados por prácticas corruptas, y es de terror imaginar cuantas alcahueterías les son atribuibles a quienes tenían la responsabilidad de vigilar la transparencia de la contratación pública y en cambio se llenaron las alforjas de codicia.

Si no fuera mi País, seguiría la trama con el mismo interés que una novela de misterio. Pero como ecuatoriano, tengo ante todo que declarar un inmenso alivio al constatar que “ los honestos somos más “, y que hemos logrado, con el voto y la protesta ciudadana, el que se inicie la recuperación de los valores de hidalguía y honradez que una banda de maleantes pretendieron arrebatarnos.

¡Adelante Fiscal General, adelante función judicial! ¡El ecuatoriano común los respalda y aplaude! ¡Basta de impunidad! Demuéstrenlo con sus actos y sus sentencias. No pedimos otra cosa que justicia ágil y oportuna.

Esperamos por supuesto que la risible imagen de los funcionarios públicos que ejercen con grillete sean cosas del pasado y que una sentencia en firme los retire de los cargos que ostentan sin honor, y que el buen manejo de los fondos públicos se convierta en una regla y no una excepción. Para un País harto de sainetes con ropaje de justicia es indispensable que estas diligencias tengan un eco firme en los jueces y que las sanciones se den de acuerdo a la gravedad de las faltas.

Seguimos poniéndole fe a la gestión de la fiscalía. Se respiran mejores aires para el ciudadano. Que no sea una ilusión pasajera sino una realidad esperanzadora.

Fiscal Diana Salazar, en una foto distribuida en la cuenta de Twitter de la Fiscalía.
  • Publicado originalmente en la página de Facebook de Raúl Andrade.

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