El papa Francisco aseguró esta domingo que es «el momento de la vergüenza» tras la muerte de 130 migrantes en un último naufragio ocurrido en el Mediterráneo Central después de que durante dos días varias organizaciones humanitarias solicitaran ayuda a los Estados para poder salvarlos.
«Eran personas, seres humanos y durante dos días han estado implorando en vano una ayuda que no ha llegado», dijo el pontífice, que pidió que se rece por ellos, pero también «por aquellos que pueden ayudar y prefieren mirar hacia otra parte».
Organizaciones humanitarias estiman en 130 las víctimas del naufragio, después de que el pasado jueves el barco Ocean Viking, de la ONG SOS Méditerranée, llegase a la zona, convertida en «un mar de cadáveres», alertada por «Alarm Phone», un servicio telefónico de ayuda a los inmigrantes.
Durante dos días, los que la embarcación con los migrantes estuvo a la deriva, SOS Méditerranée pidió a las autoridades de los países del Mediterráneo que enviaran barcos para rescatarlos, pero ninguno respondió a las llamadas de socorro, denunció este jueves la Organización Mundial para las Migraciones (OIM).
«Les confieso que estoy muy apenado por la tragedia que una vez más se ha desatado en los últimos días en el Mediterráneo: 130 migrantes han muerto en el mar», dijo el pontífice tras el rezo del Regina Coeli, que sustituye al Ángelus en tiempo pascual, desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano.
«Son personas. Son vidas humanas que durante dos días han estado implorando ayuda en vano. Una ayuda que no llegó. Hermanos y hermanas, preguntémonos todos sobre esta enésima tragedia. Es el momento de la vergüenza», enfatizó.
Ante los fieles congregados en la plaza de San Pedro y antes de guardar un momento de silencio el papa añadió: «Oremos por estos hermanos y hermanas y por tantos que siguen muriendo en estos dramáticos viajes y también oremos por aquellos que pueden ayudar pero prefieren mirar hacia otro lado. Rezamos en silencio por ellos».
El último naufragio ocurrido en el Mediterraneo Central ha levantado una oleada de críticas a las autoridades de los países de la zona, que no se movilizaron, a pesar de disponer de los medios necesarios para rescatar a los migrantes.
«Estas son las consecuencias humanas de las políticas que no respetan el derecho internacional y los imperativos humanitarios más básicos», escribió el director de la OIM, Antonio Ambrosi, en redes sociales, poco después de conocerse el naufragio, mientras la portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (UNCHR), Carlotta Sami, se preguntó: «¿Cuándo será suficiente? Pobres personas. Cuántas esperanzas, cuántos miedos. Destinadas a chocar contra tanta indiferencia».
El enviado para la situación del Mediterráneo Central y Occidental de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Vicent Cochetel, fue un paso más allá: «Los Estados tienen drones, aviones, equipos de telecomunicaciones sofisticados, barcos, pero la gente sigue muriendo en las costas del norte de África. El rescate predecible en el mar, los acuerdos de desembarco y la solidaridad con las soluciones posteriores son más necesarios que nunca».
«Si se hubiera estrellado un avión de pasajeros, hubieran acudido las Armadas de media Europa, pero sólo eran emigrantes, estiércol del cementerio mediterráneo, para quienes no vale la pena correr, y de hecho nos quedamos solos», resumió con indignación Alessandro Porro, presidente de SOS Méditerranée y miembro de la tripulación del barco de la ONG francesa que avistó «un mar de cadáveres». EFE (I)