El Brexit se consumó el pasado 31 de diciembre, pero su onda expansiva se ha sentido con fuerza en las elecciones municipales celebradas esta semana en el Reino Unido, que consolidan el poder de los conservadores y ahondan en la herida de los laboristas.
Tanto los analistas como los propios partidos políticos coinciden en que la salida del Reino Unido de la Unión Europea no es un capítulo cerrado, sino que ha reconfigurado el eje en torno al cual los electores deciden su voto.
El avance que consiguieron en las elecciones generales de 2019 los «tories» del primer ministro británico, Boris Johnson, en los otrora bastiones laboristas conocidos como el «Muro Rojo» se ha visto refrendado en las municipales del jueves.
Muchos de esos lugares votaron «Leave» («Salir») en el referéndum del Brexit en 2016 y se pasaron al vagón conservador en las siguientes citas electorales.
La izquierda confiaba en que el final del período de transición del Brexit devolviese el debate político a sus cauces anteriores, aunque los resultados conocidos hasta ahora de las elecciones locales parecen contradecir esa esperanza.
Paradigma de esta nueva división del voto ha sido la elección parcial de un diputado nacional en la circunscripción de Hartlepool (noreste de Inglaterra), que sólo había elegido a laboristas desde que se creó, en 1974.
La candidata «tory» Jill Mortimer, apabulló con casi el doble de papeletas a un prominente defensor de la permanencia en la Unión Europea, el laborista Paul Williams, en una ciudad que votó casi en un 70 % a favor del Brexit. Muchas voces dentro del principal partido de la oposición cuestionan la idoneidad de Williams como aspirante.
Puertos, fronteras y Superliga
El mismo Boris Johnson reconoció la importancia del Brexit en esa votación, realizada en paralelo a las municipales.
«Hartlepool es un lugar que votó por el Brexit, y nosotros lo llevamos a cabo. Y es gracias al Brexit que pudimos avanzar en el puerto franco de Teeside, que recuperamos el control de nuestras fronteras y que pudimos luchar contra cosas como la Superliga europea», dijo Johnson a la prensa.
Tampoco uno de los «pesos pesados» del Gobierno, el ministro de Medioambiente, George Eustice, escondió la importancia que sigue desempeñando la decisión de dejar la Unión Europea a la hora de acudir a las urnas.
Para Eustice, el Brexit y toda la controversia que lo ha rodeado en los últimos años ha llevado a muchos votantes a replantearse «si el Partido Laborista estaba verdaderamente en contacto con sus prioridades».
En declaraciones hoy a la BBC, el ministro consideró que la victoria en Hartlepool y otras como el abrumador triunfo del alcalde de Tees Valley (antaño zona del «Muro Rojo»), Ben Houchen, evidencian que muchas partes del país están cansadas de un laborismo que daba por hechos sus triunfos.
Otra consecuencia del Brexit: la práctica desaparición del UKIP (Partido por la Independencia del Reino Unido), una vez cumplida su misión de sacar al país de la UE, se ha traducido de forma casi automática en un trasvase de votos hacia los conservadores.
Los votos que se fueron al UKIP en su origen provenían también de los laboristas, pero éstos no han sido capaces de recuperarlos cuando la formación que lideró Nigel Farage se ha eclipsado.
Desconexión con los trabajadores
Esta desconexión de los laboristas con la Inglaterra rural y de las pequeñas ciudades ha agitado el debate interno sobre si sacar la sede del partido de Londres para acercarlo a un votante que se escapa.
El diagnóstico formulado por el líder laborista, Keir Starmer, en su primera valoración de los resultados fue devastador: «Hemos perdido la confianza de los trabajadores».
John Curtice, profesor de la Universidad de Strathclyde y uno de los analistas más escuchados en el país, aseguró en la BBC que «las esperanzas que tenía el laborismo de que una vez consumado el Brexit las cosas volvieran a la ‘normalidad’ no se han cumplido».
«El laborismo no estaba ganando terreno entre quienes votaron por la salida de la Unión Europea, y eso se ha confirmado ahora. La realidad es que es un partido de jóvenes, de universitarios y relativamente liberales en cuestiones como la inmigración», señaló.
Curtice alertó de que Boris Johnson, con sus políticas de gasto público y para equilibrar territorialmente la inversión en Inglaterra, está dispuesto a ocupar el espacio tradicional de la izquierda, «y eso sólo va a ir a más tras la pandemia».
Incluso en una región británica con unas claves de voto diferentes como Escocia, donde la cuestión gira en torno a la independencia, el Brexit se ha convertido en un elemento decisivo en las urnas.
Uno de los líderes del independentista Partido Nacional Escocés (SNP), Angus Robertson, dijo nada más ser elegido como diputado regional en Edimburgo: «En esta ciudad, una de las capitales más europeas, la gente ha rechazado rotundamente al partido del Brexit y de Boris Johnson». EFE (I)