El tractorcito se nos viene encima

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

En las últimas elecciones, Pachakutik logró los mejores resultados electorales de toda su historia: su candidato presidencial, Yaku Pérez, casi llega a la segunda vuelta, y su bloque en la Asamblea Nacional es el segundo más grande.

Pero, realmente, ¿los buenos resultados de Pachakutik se deben a su crecimiento orgánico y a la aceptación amplia entre los ciudadanos de la ideología antidemocrática del movimiento?

Me parece que no. Pese a los buenos resultados obtenidos, el proceso electoral que acabamos de pasar demuestra que Pachakutik y la Conaie están en crisis. Una crisis que, no obstante, si se abren ideológicamente y adecuan su propuesta política a los parámetros de una democracia representativa y la actualizan en función de las nuevas demandas ciudadanas, puede ser resuelta favorablemente.

El primer paso que deben dar, si esta es su voluntad, es aceptar que el 13% de votos que obtuvieron sobre su máximo histórico, 6%, no se debe al acuerdo de los ciudadanos con la violencia que el movimiento indígena generó en octubre de 2019, y tampoco con un repentino apoyo de la población a las tesis indigenistas de Pachakutik y la Conaie. Ese 13%, mayoritariamente urbano, favoreció a Pachakutik por el candidato presidencial que escogió y su discurso ambientalista con un toque New Age.

Yaku Pérez, lamentablemente, se fue de Pachakutik y es muy probable que con él se haya ido la posibilidad de esta organización de modernizar y ampliar su plataforma política, y sintonizarla con ese sector de la población urbana interesada en temas ambientales. La votación en favor de Yaku Pérez es un indicio de que en Ecuador se están creando las condiciones iniciales para el surgimiento de una “partido verde”.

El peor error de Pachakutik y la Conaie sería malgastar el capital electoral obtenido, cerrándose aún más en una posición indigenista y confrontativa radical, como pretenden Leonidas Iza y sus inspiradores; quienes buscan superar la crisis del movimiento articulándolo en torno al MICC, dominado, ahora, por un fundamentalismo marxista-indigenista.

No hay, en la actualidad, ninguna posibilidad de que una organización esencialista llegue por la vía electoral al gobierno. Menos aún fundiendo el indigenismo con la visión clasista del marxismo. Ciertamente, a Iza esto no le importa, pues descree de la democracia representativa.

Él quiere la pleonásticamente llamada democracia popular, al estilo de la antigua Unión Soviética. Régimen al que solo se puede llegar a través de la acción violenta, de la revuelta, a la que con tanto empeño se viene dedicando Iza. Quien se está preparado ya para desestabilizar a un gobierno, con apenas una semana en funciones, exigiéndole, para mantener el conflicto vivo y viva su presencia política, cosas que no se pueden realizar. Así, Iza y sus inspiradores aspiran a llevar al país a una crisis social y política semejante a la que está viviendo Colombia.

Actúa agresivamente Iza. Dice, con furia, “El Gobierno que salió era bien bruto, no entendía, no escuchaba, con tal de estar riendo”. La alusión a Lenín Moreno es clara. Pese a ello, no he oído a ningún “intelectual” ni activista de la izquierda o de la amplia gama progresista –menos a la Defensoría del Pueblo- pronunciarse en contra de lo dicho por Iza. ¿Qué hubiera pasado sin Lenín Moreno calificaba de bruta a la directiva del MICC o llamaba bruto a Leonidas Iza? Seguramente, habría sido acusado de racista. Y ya tendría una demanda por delitos de odio en la Fiscalía, presentada por la Defensoría del Pueblo.

Los sordos por conveniencia, los ciegos voluntarios, los hemipléjicos morales, siguen y seguirán callados. Dando muestra, estos sí, de su racismo, que consiste en decidir sobre la bondad o maldad de un acto no en virtud de sus contenidos, sino de las características, las “pertenencias”, de quien lo comete.

Las democracias suelen venirse abajo por no reaccionar a tiempo contra los peligros que las acechan, por minimizarlos, por dejarlos que crezcan a su gusto. Europa tuvo que pagar con millones de muertos el no haber reaccionado a tiempo contra el nazismo y el bolchevismo. Y Venezuela, el ascenso al poder del “progresismo bolivariano”, con millones de migrantes.

No aplicar la justicia de manera oportuna a todo el que deba aplicársele mina la democracia, pues los impunes se siente fortalecidos. Hasta donde yo sé, el secuestro es un delito. Pero en el país, los secuestradores andan libres, exhibiéndose como virtuosos al estilo de Robespierre. Para quien, no se olvide, la virtud sin el terror es impotente. Y el terror no es más que el principio general de la democracia (al modo de Iza y otros totalitarios) aplicado a las necesidades urgentes de la Patria.

Estas necesidades todos las conocemos y las padecemos. Y también tenemos constancia de que a Iza no le es extraña la aplicación del terror.

Estamos avisados. Que actúe el que tenga que actuar.

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