Perenco: ¿“mala” defensa?

Eduardo Carmigniani

Guayaquil, Ecuador

Del reciente rechazo de la mayoría de las alegaciones de nulidad del Ecuador contra el laudo arbitral Perenco (lo que en definitiva obliga al Estado a pagar casi USD 400 millones), ha surgido la tesis de la “mala defensa” como supuesta causa de tal condena.

Abanderado, el exministro Diego Borja, quien dice: “…una erogación totalmente injusta, totalmente producto de una mala defensa del Estado ecuatoriano, a través de la Procuraduría… …en algún momento debería haber alguna auditoría jurídica a la Procuraduría” (Expreso, 14 de junio, 2021).

No se trata ya pues, aun cuando el Estado no tenga razón (p. e., si altera arbitrariamente las reglas del juego de contratos en marcha), del antiguo sambenito del árbitro ladrón, tal cual gritan los enardecidos hinchas del equipo de fútbol que pierde el partido. No. Ahora la culpa es de los abogados del Estado y del procurador. Genial la ocurrencia.

Por supuesto que a aquella tesis ningún argumento añaden sus vocingleros. Es concepto vacío, sin contenido. No solo porque la ignorancia es campo fértil para la superficialidad, sino porque si entraran en detalles tendrían que analizar que un reclamo que bordeó los USD 1.500 millones quedó reducido a menos de la tercera parte; o que, por las contrademandas del Estado, el tribunal ordenó al inversor indemnizar daños ambientales (USD 60 millones), cuestión inédita en el arbitraje de inversiones.

Y no es que defienda la gestión del doctor García Carrión, en cuyo período se patrocinó casi todo el arbitraje Perenco. Por el contrario, actuaciones suyas como el cálculo de daños por el caso Odebrecht -absurdamente decía que equivalían a las coimas- merecen censura. Pero de ahí a la baladronada de la mala defensa hay abismo.

La en verdad, no mala, sino perversa defensa (pues afecta el interés nacional de atraer inversiones que generen empleo), es la del mismo exministro, cuando con “lógica” de vivo criollo dice que por el caso Perenco, no obstante el laudo, “Ecuador recibió cuatro veces más de lo que lo obliga a pagar”.

Ese es el paisito embaucador que hay que cambiar.

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