La cruzada de Leonidas Iza

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

“Que una opinión sea o no correcta es lo de menos, lo que importa es poder expresarla libremente”

Cheng Yhizong,

Premio Mundial de la Libertad de Prensa-UNESCO

Los fanatismos son peligrosos. En pleno auge del siglo XXI la posmodernidad está cobrando una importante notoriedad además de ser su especialidad la tremenda censura que ésta quiere defender a capa y espada. El periodismo actualmente tiene un gran desafío: sobrevivir a los posmodernos y populistas. La palabra “racismo” es una de las más desgastadas en el vocabulario de los más mundanos.

De hecho, la palabra “racismo” ha servido como reproche a quienes se oponen una idea que por la fuerza quieren imponer a la sociedad. Si no puedo refutar una idea ¿qué es más simple que tacharla de racista?

Las disculpas públicas de Luis Eduardo Vivanco y Andersson Boscán fueron de caballeros y La Posta tomó un rol más demócrata y de buena actitud aunque su cruz ya fue obligada a cargarse por las audiencias y los correístas. Pasaron diez años de un presidente insultante, que no escatimaba a la hora de romper periódicos y de insultar periodistas a diestra y siniestra.

La lista de personas realmente ofendidas en el correísmo es inmensa —entre ellas Martha Roldós, Tania Tinoco, Bonil, Alfonso Espinosa de los Monteros, Simón Espinosa Cordero, Julio César Trujillo, Isabel Robalino, Carlos Vera, Jorge Ortiz, Andrés Páez y Guillermo Lasso—. ¿Quiénes callaban? Los mismos que hoy protestan por su visir. Ahora, si bien se creía que Rafael Correa era el odiador por excelencia, años después esa corona se la disputaría el propio Leonidas Iza y sus fieles seguidores.

Las banderas arcoíris se están convirtiendo peligrosamente en esa bandera roja con un círculo blanco y una esvástica negra en la mitad. Lo curioso es que muchos de estos líderes quieren verse como “luchadores y salvadores” mientras, por debajo de la mesa, buscan instaurar una dictadura con sus normas y reglas.

Iza se cree un caballero cruzado del indigenismo pero realmente es sólo un peón de una corriente radical que busca instaurar un modelo único de pensamiento social y en extremo feudal. ¿Para cuándo las disculpas por la quema y destrucción de Quito? Esto, se quiera o no aceptar, está pesando en su semejante Jorge Yunda, quien se escondió de la forma más cobarde mientras hordas destrozaban la capital sin la menor intención de tregua al puro estilo de los berserkers.

Iza se queja de “racismo” pero aniquiló esta ciudad más que los soldados templarios cuando invadieron Constantinopla en la cuarta cruzada en el año 1199. Iza desea coronarse como un nuevo dux pero recuerde que grandes imperios han caído por su propia avaricia y sed de poder.

El indigenismo considera hereje y pagano a todo aquel que se antepone a su idea y desea dejarnos como cátaros a quienes nos oponemos a los radicalismos. Así mismo el Imperio feminista, el Imperio GLBT y el Imperio “antirracismo” harán una alianza para imponer sus normas y gobernar el  territorio libre y democrático. Lo increíble es que estos esclavistas de ideas no pueden controlar a sus vasallos y a éstos se les va demás la lengua y condenan a todos a la hoguera de su supuesta rectitud sin pena ni gloria y las disculpas… brillan por la ausencia.

Sí, Iza tiene bien identificados a sus detractores y pecadores a quienes no dudará en azotar pero ¿ha visto casa adentro? Periodistas, banqueros, empresarios, la clase media, los académicos y bienaventurados seres humanos que evitan que su maltrecho reinado se expanda son los que han sufrido su paso firme en esta cruzada progresista.               

Las falsas minorías están empeñadas en ser los nuevos templarios, cruzados y hospitalarios, refiriéndome a esos soldados que no iniciaron en el campo militar propiamente. ¿Contra quién apuntará su espada el nuevo “rey” de Ecuador? Ojalá pueda mantener levantado el acero porque la conciencia también forja el arma y usted precisamente no tiene a Excálibur a la mano.

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