La vacunación como modelo

Gonzalo Orellana

Londres, Reino Unido

La campaña de vacunación en Ecuador va muy bien, no solo para los estándares que vimos durante el gobierno de Lenin Moreno. Va bien comparando con casi cualquier país en el mundo, aun los más desarrollados. Utilizando la información de la web “Our world in data vemos que Reino Unido llego a vacunar un 1.2% de la población diaria (alrededor de 800 mil personas), EE. UU. llegó a superar los 3 millones de personas o un 1%; Canadá, otro ejemplo de vacunación, llegó a vacunar un 1.4% de su población en un día. Ecuador lleva una semana vacunando a más del 1.5% de su gente y ha llegado al 1.8%, nivel que hasta ahora ningún país latinoamericano ha conseguido.

¿Cuáles han sido las claves para llegar a estos niveles? Y, más importante aún, ¿puede este éxito ser replicado en otros de los muchos problemas que tiene el Ecuador?

Pragmatismo: lo primero que hizo Guillermo Lasso cuando fue electo fue empezar lo que él denominó como la «diplomacia de las vacunas»; en esta búsqueda de más vacunas para cubrir a todos los ecuatorianos buscó en EE. UU, China e inclusive Rusia. Lejos de buscar entre los países por los que él siente más simpatía, se enfocó en quienes podían ayudar. La vacunación no estaría yendo como va sin las donaciones del gobierno de Biden o el envío de vacunas de Sinovac. Enfocarse en los resultados en lugar de la ideología es una de las características de un empresario y una de las cosas que estuvieron ausentes durante los 10 años de correísmo.

Metas claras: el gobierno de Lasso se propuso vacunar 9 millones de personas en 100 días. Tengo que decir que yo era uno de los que estaba escépticos con este número pues parece demasiado ambicioso. Normalmente en el sector privado las empresas se mueven con objetivos: de ventas, de beneficios, de tamaño de mercado. Este planteamiento de objetivos puntuales y ambiciosos hace que todos se alineen detrás de un objetivo. Evidentemente solo una meta clara no es suficiente, necesitas tener el equipo que lo haga realidad. Claramente las personas que ha nombrado Lasso eran las adecuadas para llevar a cabo el plan.

Alianza Publico-Privada: esta es una de las características más evidentes y quizás distintas de la campana de vacunación en Ecuador. En la mayoría de los países el sector privado ha tenido un rol secundario, aun en los países más desarrollados. En Ecuador vemos como empresas, sindicatos, asociaciones y otras organizaciones han sido clave para vacunar masivamente. El Estado pone las vacunas y el sector privado la organización. Esto claramente ha ayudado no solo a incrementar los números de vacunas: el sector turístico se vacunó todo en una semana, lo mismo el sector de la transportación. Pero además tiene un efecto contagio que ayuda a reducir el miedo a las vacunas, si todos tus compañeros de trabajo o de profesión se vacunan, la reticencia de algunos a vacunarse es menor. Adicionalmente reduce el ausentismo pues el trabajador se sentirá seguro de ir a trabajar, lo que repercute en crecimiento económico.

¿Se pueden aplicar estas características para resolver otros problemas? Por supuesto. El gobierno ha puesto como objetivo reducir la desnutrición en niños, y claramente el pragmatismo, el tener metas claras y el apoyo de la iniciativa privada serán herramientas fundamentales para hacerlo. Otra de las razones del éxito del plan de vacunación es el sentido de la urgencia, el saber que el virus está circulando y que puede llevarnos al hospital o la muerte, genera un enorme sentido de la urgencia. Esto lastimosamente no pasa con todos los problemas, aun los más graves como puede ser la desnutrición infantil. Imprimir ese sentido de urgencia e importancia es el trabajo del gobierno.

Evidentemente no todo puede resolverse como la vacunación. El covid-19 es un enemigo común y es fácil estar de acuerdo en combatirlo. Hay otros problemas que requieren de llegar a acuerdos entre sectores con visiones antagónicas, problemas que requieren mucha discusión antes de poder empezar a resolverlos. Para estos problemas el ejemplo actual de vacunación no es suficiente y hay que buscar otros caminos.

Para quienes votamos por Lasso, ver como se ejecutan las cosas con pragmatismo, con eficiencia, es francamente gratificante. Años de dogmatismo e incompetencia han hecho un enorme daño. Para quienes no votaron por Lasso, quizás este sea un poderoso ejemplo de por qué debemos votar por alguien que resuelva problemas en lugar de dar discursos, que busque consensos en lugar de sembrar divisiones. Los presidentes y todos los funcionarios públicos deberían ser medidos por su capacidad de resolver problemas. Todo lo demás sobra.

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