¡Roben bien!

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

El penúltimo acto del sainete, a cargo de otra “ honorable “ representante del “pueblo“, solo demuestra la decadencia de valores, de moral y de principios del ecuatoriano común.

Porque no se trata únicamente de la declaración de la legisladora de marras, sino de un virus infamante y omnipresente en la mentalidad de un país sumido en la desfachatez, el descaro y la codicia.

Es el mensaje diario del abuso de poder, de la viveza criolla, de la mal disfrazada admiración por el que arrancha una jugosa comisión al Estado en base a prácticas delictivas, corruptas y hábilmente disfrazadas. Es sobre los ex ministros procesados, presos o huidos, sobre los ex presidentes de la República señalados por la justicia popular, más que por las leyes manipulables e insuficientes que a diario indignan a un ecuatoriano harto de tanta podredumbre e impunidad.

La recomendación es válida para esta gavilla de aprendices de delincuentes, para sus cómplices de ocasión, y para los eternos “padrinos”, que se regodean en privado de las coimas que han pagado y de la habilidad con la que evaden a la justicia.

Los paraísos fiscales, el lavado de dinero, los depósitos cifrados en el exterior, son vehículos perfectos para evadir a los controles locales, pues las transacciones dolosas se perfeccionan en otros países, previamente seleccionados.

“¡Roben bien! “ Esto es, roben con el patrocinio de quienes saben de estas malas artes, de quienes ponen a disposición estudios jurídicos, instituciones de fachada, y banqueros silenciosos. No lo hagan solos, porque dejan huella, porque su pillería es de poca monta, y responde a la necesidad, la desesperación, el desengaño por sentirse manipulados, o simplemente por codicia.

“¡Roben bien! “ ¡Porque para eso los enviaron! Para llevar obras a la provincia con el consabido sobreprecio, para favorecer al amigo, al hermano, al gran contratista. Para que el pana ayer quebrado sea mañana el proveedor mimado de las empresas estatales en las que el funcionario tiene influencia, y que en los cuatro años pueda desterrar al fantasma de la quiebra para convertirse en próspero empresario.

“¡Roben bien!“ Porque el Estado no se queja, sus ministros están de paso, y los negociados son la máxima ambición de quienes que no creen en una jubilación honrosa sino en una apacible retirada en el exterior.

Podridos estamos todos, desde la comerciante que cobra según la pinta del marchante, hasta el lujoso almacén que no pone precios porque sus clientes son nuevos ricos y pueden pagar lo que pidan, aunque el precio real sea muy inferior.

Podridos estamos todos, desde los que soñamos con pegar un golpe y pasar a mejor vida, fuera de este país de incautos que se dejan robar pero donde no vale la pena vivir cuando tenemos ya la plata. Es esta enseñanza de rapiña, tan humana y heredada sin distinción de sangre, raza ni ubicación, la que no logramos erradicar ni con la educación ni con la ética, ni menos aún con el patriotismo.

¡Qué dura lección tenemos que aprender de estos líderes para aplicar nuestro mejor esfuerzo y no ser como ellos! ¡Vagos, irresponsables, ambiciosos y poco serios! Hasta cuándo permitimos de todos los que se han enriquecido de un País generoso y abundante sigan paseando sus fortunas mal habidas ante un pueblo agobiado. Y hasta cuándo seguimos sin enseñar la elemental decencia y ética a las nuevas generaciones para que asimilen el hecho que robar es malo, sin distinción de cantidad ni estilo.

Ardua tarea la de los partidos políticos, de los educadores, de los funcionarios, de los sapos que florecen al amparo del quemimportismo nacional. Ardua tarea para una justicia benévola, cómplice, llena de corruptelas y subterfugios. ¡Es hora, Presidente Lasso! ¡Es hora. Ecuatorianos de iniciar una purga profunda y permanente para sembrar las bases de un país menos ingenuo y más consciente de lo que significa atracar al Estado impunemente!

Allí está el meollo del subdesarrollo en el que vivimos. En la ignorancia y la apatía frente al abuso permanente de quienes saben que la justicia existe pero no actúa. Por allí empieza la tarea. ¡Cero tolerancia a la corrupción y a la codicia como modos de vida! Ahí los queremos ver. Castiguen con firmeza a quienes han asaltado al País. Y el resto aprenderá la lección.

LaRepública

Asambleísta Rosa Cerda

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