Guayaquil, Ecuador
Combinando su uniforme de estampa tricolor con coloridos zapatos, llamativas medias, pañoletas en el pelo y un toque de maquillaje bajo sus cejas, Neisi Dajomes y Tamara Salazar, entre pesa y pesa, mostraron desde Tokio al mundo entero que la mujer ecuatoriana puede contar con tanta feminidad como fuerza.
El Comité Olímpico Internacional desea contar con una prenda que haya usado Dajomes durante su participación en la competencia para su museo, lo cual la atleta ha aceptado, aunque aparentemente descartando la posibilidad de entregar sus medias de Los Simpsons que usó con fondo negro en pie derecho y amarillo en el izquierdo endosando zapatos nike de color distinto en cada pie, y optando por donar una de sus llamativas pañoletas (la azul con la que compitió), la cual no fue utilizada por simple vanidad sino que tiene un significado muy especial; según notas mediáticas, tanto ella como Tamara Salazar comentaron haber decidido utilizar pañoletas, con el fin de visibilizar al pueblo afroecuatoriano.
Dajomes pasa a la historia como la primera mujer ecuatoriana en subirse al podio olímpico. La atleta del Pastaza ganadora de la medalla de oro en halterofilia 76 kg. , mostró emotivamente desde el podio, la palma de su mano izquierda donde se podía leer las palabras «Mamá y hermano», que había grabado en memoria de ellos (ambos fallecidos poco tiempo atrás) y adjudicó su victoria del domingo primero de Agosto a Dios. El Ecuador entero se alegraba en su gloria, cuando al siguiente día Tamara Salazar consigue la medalla de plata en la categoría de 87 kg. De la misma disciplina, aumentando el júbilo y extendiendo la gloria olímpica con fuerza hasta el valle del Chota-Pusir donde nació.
«Cuando la vi a Neisi levantar ayer su medalla olímpica, me motivó tanto que vine hoy a hacer lo mío» dijo a la prensa Salazar, explicando cómo influyó en ella la victoria de su amiga a quien considera como una hermana, y demostrando que el ser humano es un ser colectivo; también dijo “Vengo con una lesión en mi rodilla, dolor en la espalda y hombro. Eso no me importaba, a veces (durante la preparación) lloraba pero la perseverancia me ayudó a cumplir este sueño”.
Por otra parte Dajones, a quien un falso positivo en covid-19 casi le impide llegar a Japón también dio declaraciones sobre los obstáculos que tuvo que superar «No fue nada fácil, para llegar a Tokio tuve que pasar por muchas dificultades, pero el sacrificio, el trabajo y el coraje valieron la pena».
Dajones y Salazar han dejado muy en alto al Ecuador como deportistas femeninas, han dado lo mejor de sí, y han demostrado como el deporte puede desarrollar valentía, humildad, perseverancia y fortaleza en nuestros jóvenes.
De hecho, comprometerse en el deporte, nos lleva a mirar más allá de nosotros mismos y de nuestros propios intereses, de una manera sana; entrena el espíritu de sacrificio y, si se organiza bien, promueve la lealtad en las relaciones interpersonales, la amistad, y el respeto a las normas.
Esperemos que los logros de nuestros atletas en estas olimpiadas 2021 (también quejas, que no han sido pocas) sean un eco que resuene ante las autoridades deportivas ecuatorianas, que les invite a utilizar todos los recursos disponibles apropiadamente para contribuir a la construcción de un deporte que sea cada vez más auténtico y más humano en nuestro país, para que la alegría de la victoria de los jugadores no solo se relacione con la gloria del triunfo sino también con la del deber cumplido ante un país que los ha apoyado.
“Me gusta verme bien cuando compito, el hecho de que seamos pesistas no quiere decir que no tengamos un lado femenino, al contrario, seguimos siendo mujeres y demostramos nuestra potencia y talento” –Neisi Dajomes–