¿Qué quiere la Conaie?

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

Luego de que Pachakutik, brazo político de la Conaie, obtuviera el tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2021, y veintisiete puestos en la Asamblea Nacional, se habló de un “triunfo histórico” del movimiento indígena.

Algunos, como Leonidas Iza, atribuyeron estos logros a las revueltas de octubre de 2019, que, lideradas por la Conaie y el correísmo, a punto estuvieron de consumar un golpe de Estado.

Una mirada más objetiva de estos resultados nos demuestra que, en realidad, el triunfo electoral de Pachakutik se debió, entre otros factores, al carisma y al discurso ecologista de su candidato presidencial, Yaku Pérez, quien atrajo a una buena cantidad de votantes urbanos interesados en el tema ambiental y en cuestiones conexas como el animalismo.

Pero el triunfo electoral de Pachakutik terminó siendo un triunfo pírrico. Durante el proceso electoral el movimiento se dividió, y la actuación de sus asambleístas, sobre todo de Rosa Cerda y Salvador Quishpe, así como sus acercamientos a los correístas, lo han desprestigiado. Al deterioro de su imagen han contribuido también las exigencias fuera de tono de Leonidas Iza al presidente de la república.

¿Quiere dialogar la Conaie con el presidente Guillermo Lasso, que la invitó a conversar el 20 de agosto pasado? ¡No! La Conaie no quiere dialogar, sino reposicionarse políticamente y monopolizar la interlocución de la sociedad civil con el gobierno. Por eso no aceptó la invitación realizada por el presidente Lasso, sino que respondió presentando una contrapropuesta con sus propias condiciones.

El triunfo electoral de Pachakutik, que agudizó la ruptura al interior de la Conaie, la obligó a elegir entre la línea aperturista, representada por Yaku Pérez, y la línea ultraortodoxa, representada por Leonidas Iza. Optó por la segunda y, al hacerlo, abrió el camino para el retiro de Pérez y varios de sus seguidores, y la fundación de un partido que representa la línea política desechada por la Conaie (Ver el artículo El tractorcito se nos viene encima, Plan V, 1 de junio de 2021).

Al optar por la línea de Iza, la Conaie optó por el radicalismo político, el de la revuelta y el tumulto. Radicalismo que, en el actual contexto, no tiene la menor oportunidad de ser aceptado por una población que ha aprendido en carne propia que la violencia no es una forma efectiva de resolver sus problemas.

Es evidente, además, que la debilidad del movimiento se ha agravado en la misma medida en que la imagen del gobierno se ha fortalecido. Consciente de su debilidad, la Conaie ha decidido sumar a sus acciones al Parlamento de los Pueblos. Organización pensada como una alternativa al poder legislativo y que, efectivamente, en las revueltas de octubre de 2019, trató de reemplazarlo.

La Conaie, pues,no cree en la democracia ni en su principal instrumento para la resolución de conflictos y el establecimiento de acuerdos: el diálogo.

La Conaie no quiere dialogar, sino mostrarse, y convertir el proceso de negociación democrática en un espectáculo. Exigir que en las conversaciones entre ella y el gobierno haya cien personas de su lado y estén presentes los medios de comunicación para transmitir el encuentro no es defender la transparencia, sino crear condiciones para mostrar a sus dirigentes y presionar al presidente.

Exhibirse y, así, retocar su deteriorada imagen pública, eso es lo que quiere la Conaie.

Captura de pantalla de un video difundido en Twitter que muestra el inicio de la reunión entre el Gobierno y una delegación de alto nivel de la CONAIE, el 20 de agosto de 2021, en el Palacio de Carondelet.

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