El efecto Bond

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

«Cuando las posibilidades no están a tu favor, haz que lo estén»

Ian Fleming

A propósito del estreno de la película Sin tiempo para morir, la última del Agente 007 y en la que Daniel Craig se despide de interpretar a Bond cuya carrera inició en Casino Royale, resulta relevante discutir un período histórico concreto.

Muchos críticos de cine han colocado en orden de importancia a los numerosos actores (seis en total) que han interpretado al espía más famoso del mundo creado por el periodista y espía del MI6 llamado Ian Fleming. El número de puestos es el siguiente 1) Sean Connery, 2) Pierce Brosnan y 3) Daniel Craig. Lo curioso de este listado es que Roger Moore protagonizó la mayoría de películas de James Bond, pero a su vez es considerado el peor de todos y que Craig sigue en el tercer puesto a pesar que el autor Arturo Pérez-Reverte lo tachó de ser un Bond bastante “moñas”.

No hay mejor forma de acercarnos a la Guerra Fría que de la mano de este singular personaje. Bond es uno de los más importantes perseguidores de los comunistas auspiciados por Spectre (una organización mundial ultrasecreta destinada al sabotaje, el terrorismo y el desmantelamiento de Occidente).

De las bellas playas cubanas, al frío de San Petersburgo y pasando por los más fieros barrios chinos y los extensos bosques norcoreanos… Bond no dejaba de perseguir a sus enemigos al tiempo que enamoraba a las más bellas mujeres y tenía sexo con ellas mientras bebía martini seco, nunca agitado ni revuelto. Pasaba desde el Servicio Secreto de Su Majestad a ser aliado de la CIA, por su amigo Félix Leiter, para atrapar a los malvados reclutas de Spectre.

El comunismo, también derrotado por Bond nos demuestra la decadencia de una ideología mientras un espía irreverente y de cualidades originales se movió desde el siglo XX hasta nuestros días. «Mi nombre es Bond… James Bond» decía siempre mientras empuñaba su pistola Walter PPK 9mm o fumaba un cigarrillo durante una onerosa apuesta donde se jugaba el dinero del gobierno británico en un casino de lujo en Montecarlo para atrapar a Le Chiffre, así rezó su aventura descrita en Casino Royale.

Parecería que estas discusiones entre comunismo y democracia están pasadas de moda. No obstante, el propio presidente Guillermo Lasso y su Gobierno —el lado británico de inmensas características democráticas destinado siempre a las derechas— se enfrenta a un comunismo radical y antidemocrático en la postura de Pachakutik financiado por el Spectre ecuatoriano (la Revolución Ciudadana y su máximo líder Rafael Correa).

Así, el Goldfinger, el Dr. No, el Raoul Silva, el Janus, no son otros que Andrés Araúz, Leonidas Iza, Jaime Vargas, Carlos (Yaku) Pérez, Carlos Rabascall, Pabel Muñoz y sus femmes fatales Gudalupe Llori, Bella Jiménez y Paola Pabón.

Fernando Villavicencio se está transformando en el Félix Leiter de don Guillermo Lasso quien tratará de desmantelar a los “Spectres” lacrados, lacerados, con sed de odio y desestabilización democrática. Es cuestión de tiempo para que desde los penales, a los ojos de muchos que lloran de la forma más incongruente por varios narcotraficantes muertos bajo su propia mano, los criminales se alcen en armas y se vuelvan los sicarios al mando de las fuerzas demoníacas del Spectre R.C.

El Gobierno, en esa tarea, necesita a su James Bond que barra con esa laceración social  y con una licencia para matar termine de una vez con el crimen organizado, incluso auspiciado por colectivos sociales de la forma más cobarde y silenciosa. ¿Será ese James Bond, la alcaldesa Cinthya Viteri al solicitar el porte de armas?

El Ecuador volvió a la Guerra Fría donde la democracia está en juego y los comunistas quieren treparse desde abajo para montar un modelo único y autoritario.

Por esta razón, al efecto Bond es prudencial  analizado más que nunca. Por ahora, es importante entender que las organizaciones gubernamentales deben juntarse en un mismo propósito: defender la democracia y dar la vida, como lo haría James Bond, al servicio de su patria.

Es así, que el Servicio Secreto de Su Majestad, es decir el CIES (Centro de Inteligencia Estratégica) debe entrar en vigencia y tener a una entidad o a un hombre (aunque más difícil) que logre determinarse como el héroe nacional y nuevamente ver a los Estados Unidos como un aliado importantísimo. Así, el presidente Lasso, con su capacidad de ser un “M”, debe guiar nuestro futuro por la paz.

Sea como sea, el comunismo social y la dictadura de las minorías no deberán triunfar bajo ningún concepto

Afiche del último filme de James Bond.

     

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