Armar a la población no es la solución

Freddy García

Guayaquil, Ecuador

La alcaldesa Cynthia Viteri propuso una reforma para facilitar el porte de armas a todos los ciudadanos. Esta es la respuesta de la alcaldesa a la ola de delincuencia que vive Guayaquil, y en general todo el país.

Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, dicen por ahí. Pero incluso las medidas desesperadas deben ser evaluadas responsablemente por los policy makers.

El debate sobre el libre porte de armas no es nuevo. En resumen, los que abogan por el libre porte de armas argumentan que si un ciudadano está armado podrá hacer frente a cualquier intento de violencia contra él o los suyos. Si los delincuentes saben que los ciudadanos a los que van a agredir pueden estar armados, se lo pensarán dos veces antes de delinquir.

Por otro lado, algunos detractores del libre porte de armas señalan que armar a la población resultaría en un caos. Nada impediría que un ciudadano mal intencionado obtenga un arma y salga a disparar. La realidad es que ambos casos pueden suceder. El portar un arma puede tener externalidades negativas y positivas para la sociedad. Por eso es importante entender cuál efecto predomina. Los gobernantes deben tomar decisiones de política pública basadas en evidencia y no en meras presunciones.

¿El libre porte de armas reduce o aumenta las muertes con armas de fuego? ¿Mientras más armas hay entre los civiles de un país, existirán más o menos muertes con armas de fuego? Las conclusiones a partir de correlaciones sugieren que mientras mayor es el control de armas (menos armas en la población o leyes más estrictas que restrinjan el acceso a armas) menor será la tasa de muertes con armas. Por ejemplo, en Estados Unidos (con datos al 2019), estados como Alabama, Alaska, y Luisiana donde el control de armas es mínimo, la tasa de muertes por armas de fuego era más de cuatro veces superior a la de estados como Nueva York y Massachusetts. De hecho, en Ecuador hay una estadística similar que muestra que desde el 2011, año en el que se reforzó el control de armas, la tasa de homicidios comenzó a bajar.

Por supuesto, nada de esto confirma que haya una relación de causalidad. Son solo correlaciones. Aún no hay suficientes estudios que demuestren una relación causal robusta. La razón es la limitación de los datos. Además, la mayoría de los estudios se basan en Estados Unidos y ciertos países desarrollados.

Pero ¿Qué dicen los estudios que hay hasta el momento? El consenso en la academia hasta la fecha es que existe amplia evidencia que demuestra que una mayor exposición a las armas, ya sea a través de la tenencia por si sola o a las leyes que facilitan el uso de armas, implica un incremento en la tasa de muertes con armas de fuego. Esto incluye desde suicidios hasta homicidios, tanto intencionales como no intencionales.

En conclusión, no es racional proponer una ley que facilite el porte de armas a la población. Incluso si se establecen “fuertes controles” la cura podría ser peor que la enfermedad. Ecuador es un país en el que históricamente las instituciones han estado plagadas de corrupción por lo que difícilmente se puede asegurar que habrá un verdadero control. Además, existen estudios que demuestran que las personas tienden a sentirse más inseguras si los miembros de su comunidad portan armas.

La delincuencia no es un problema de fácil solución, pero no es excusa para la improvisación. Nuestros gobernantes deben estar a la altura de los problemas de sus conciudadanos.

Más relacionadas