Macron corteja a la derecha moderada francesa antes de elecciones

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, escucha durante su ceremonia de investidura en el Palacio del Elíseo de París, el domingo 14 de mayo de 2017. (AP Foto/François Mori, Pool)

Mientras la decaída derecha clásica está enfrascada en escoger un candidato, el presidente francés, Emmanuel Macron, la ha situado en su mira. ¿El objetivo? Comerle terreno para allanarse una eventual reelección en unos comicios que se celebran en 5 meses y para los que el actual jefe de Estado aún no ha oficializado su candidatura.

«Es una decisión que cabe solo a él (Macron), decir el cuándo, el cómo, el dónde», confirmó este domingo la ministra de Trabajo, Élisabeth Borne, en el plató del canal BFMTV.

Y eso que las últimas encuestas publicadas el fin de semana le refuerzan en cabeza del primer turno de abril de 2022 con un apoyo en torno del 25 %, distanciado de las dos corrientes de la ultraderecha: Marine Le Pen (en torno al 18 %), y el articulista Éric Zemmour (14 %).

Mientras acaba de deshojar la margarita, el actual presidente no pierde la oportunidad de hablar públicamente de reformas predilectas entre los electores de la derecha moderada, consciente de que en el campo progresista, muy fracturado, no hay rival que le haga cosquillas en 2022.

Así lo hizo esta semana en la alocución televisada vista por cerca de 21 millones de franceses, una cifra de audiencia considerada estratosférica.

De la cerca de media hora que habló, dos tercios (unos 20 minutos) los consagró a sus reformas, hechas o por hacer. Solo los 10 primeros minutos habló de la situación de la COVID-19, supuestamente el principal asunto de la intervención.

Entre los asuntos tildados de electoralistas, Macron citó el endurecimiento de las reglas para tener derecho al paro, en vigor desde octubre, y la construcción de reactores nucleares, sin precisar cuándo ni cuántos.

Ambos temas hicieron chirriar los dientes de los candidatos de la derecha moderada, quienes denuncian que el actual jefe de Estado se apropia de sus ideas y se aprovecha de su tiempo de antena como máxima autoridad del país para hacer campaña.

Los postulantes conservadores al Elíseo siguen ocupados en una serie de debates -el próximo esta noche- hasta diciembre, cuando los militantes de Los Republicanos (LR) escogerán a uno. Los dirigentes regionales Xavier Bertrand y Valérie Pécrésse, y el ex negociador jefe del Brexit, Michel Barnier, parten como favoritos.

Aprovechando esos debates internos y la debilidad de la derecha clásica en los sondeos -solo Betrand tendría opciones de llegar al segundo turno-, Macron tiene aún un buen margen de crecimiento en el campo conservador, al que ya debilitó bastante en 2017.

Muchos de sus electores son jubilados, una franja vista como esencial para ganar unos comicios por su baja tasa de abstención y su notable peso en las listas electorales.

El mercado laboral como estandarte

Con los temas de la seguridad y la inmigración monopolizados por la extrema derecha -difíciles de conquistar por Macron, de momento-, la economía se apunta como uno de los ejes en los que se seguirá apoyando el actual presidente y más que probable candidato.

El mercado laboral destaca de momento. «Tenemos la tasa de paro más baja de los últimos 15 años», presumió este domingo la ministra de Trabajo Borne.

«Si trabajamos más, podremos financiar la protección social que tanto aprecian los franceses«, agregó la ministra, quien recordó que en Francia se trabajan menos años que en la mayor parte de los países de la OCDE.

«Siempre ha sido un compromiso del presidente, el de trabajar más tiempo», puntualizó.

Junto al trabajo, la cuestión energética, a la orden del día por la crisis en los precios del sector, también está en su agenda. Después de haber cuestionado en 2017 la nuclear por el peligro de sus residuos, Macron ahora acaba de anunciar la construcción de reactores, una medida inédita en décadas.

Esta semana el presidente regresará al tema de la energía, esta vez con un guiño a la ecología. El martes viaja a la planta de la empresa Genvia, en Béziers (sur de Francia), donde se trabaja con el hidrógeno verde, una de las grandes promesas para la transición energética. EFE (I)

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