Last Night in Soho

Carlos José Jijón

Guayaquil, Ecuador

Viendo la carrera de Edgar Wright puedes darte cuenta de que esta es una persona que se muere por hacer una película de terror. Es decir, este es el director que saltó al estrellato con Shaun of the Dead, una película promovida bajo el lema “una comedia romántica… con zombies”. Incluso en películas suyas como Hot Fuzz o Baby Driver, que se supone son cintas de acción, puedes ver decenas de referencias y guiños a The Wicker Man o Halloween.

Es por eso que me siento bastante contento de que finalmente pueda cumplir ese sueño dirigiendo Last Night in Soho, su más reciente trabajo que puedes ver en los cines en este momento. Y, si nada más, te puedo asegurar que no vas a ver ninguna película este año más obsesionada con el género de terror.

El filme se centra en Ellie (Thomasin McKenzie), una joven aspirante a diseñadora de modas que se muda a Londres para tratar de cumplir sus sueños. Enamorada de una visión romántica de la capital inglesa, nuestra heroína espera vivir una fantasía, pero pronto se da cuenta de que la realidad es mucho más oscura de lo que se imaginaba.

Y si has visto películas de Edgar Wright antes, sabes que es un maestro de la estética visual, pero en este proyecto se supera a sí mismo e incorpora todas las influencias rebuscadas que le son posibles. Ellie está enamorada de las películas y el estilo de los años sesenta, así que con su imagen y diseños nos recuerdan a estrellas de la época como Audrey Hepburn. Cuando se muda a Londres, su cuarto está a lado de un cartel luminoso que sirve como excusa para tener una iluminación surrealista como la de las películas de Mario Bava. Y claro, conforme la trama avanza y las cosas se ponen más aterradoras, empezamos a ver imágenes inspiradas por los mejores momentos de Brian De Palma y Sam Raimi. Lo que estoy tratando de decir es que esta película se ve muy, muy bien.

Pero lo que más disfruté es cuánto la cinta tiene que decir. Está llena de comentario social sobre Londres y cómo puede ser simultáneamente una ciudad espectacularmente hermosa y uno de los lugares más lúgubres y siniestros que podrías imaginar. No me imagino que vaya a ser muy apreciado por las agencias de turismo británicas, pero aprecio la brutal honestidad con la que Wright afronta el tema. Es una contradicción que exploramos a profundidad junto a Ellie, que es increíblemente entrañable como nuestra protagonista, por cierto. 

Thomasin McKenzie ya había probado su singular talento como actriz con papeles pequeños en cintas como Jojo Rabbit y The King, pero Last Night in Soho es su película. Como es tradición para Edgar Wright, no hay una escena que no incluya a nuestra protagonista, lo que aprecio bastante porque cada segundo de su actuación es brillante. Ellie nunca habla mucho, pero siempre sabemos qué está pasando por su cabeza. Sus sueños escapistas de tener una nueva vida en la gran ciudad, su amor por el pasado y rechazo al decepcionante y aburrido presente, todo está ahí. Atormentada por misteriosas visiones y un pasado trágico, no puedes evitar empatizar con ella viendo cómo se mantiene firme en sus convicciones incluso cuando su vida se parece cada vez más a una pesadilla.

Si hablamos de problemas, creo que es inevitable mencionar cómo el guion se vuelve algo inverosímil en el tercer acto. La historia siempre es emocionante, pero la última media hora está llena de encuentros fortuitos, coincidencias y malentendidos que no son muy creíbles ni fáciles de seguir. Y por mucho que aprecie el estilo de la película, siento que no funciona del todo durante el clímax, donde las metáforas visuales y efectos se salen un poco de control. Me recordó a Drag Me to Hell, que es una buena película, pero con un tono muy diferente al de Last Night in Soho que, sin revelar nada, es mucho más seria y realista.

Creo que a estas alturas está claro que adoro Last Night in Soho y recomiendo que la veas, pero también es obvio que estoy completamente parcializado en favor de su director, así que no sé cuánto valga mi palabra. En cualquier caso, creo que podemos estar de acuerdo en que es bueno tener una historia de terror así de original en medio de las quinientas películas sobre exorcismos intercambiables que se estrenan cada año. (O)

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