
Guayaquil, Ecuador
La semana que pasó el diario El Universo informó que las utilidades del Banco del Pacífico (BdP) eran bajísimas y El Comercio destacó que la Corporación Financiera (CFN) y BanEcuador declaraban pérdidas. Tras estas malas noticias hay algo muy positivo: no se trata de que estos bancos hayan tenido un 2021 particularmente malo, sino que el presidente Lasso se ha propuesto desterrar el clientelismo y corrupción. Se los está saneando: hay que reconocer malas operaciones, hacer previsiones para incobrables, pagar indemnizaciones por despido de personal innecesario o incapaz. Todo lo cual incide negativamente en su rentabilidad.
Lasso nombró banqueros de trayectoria estelar para liderar los procesos de transformación. Para BdP recurrió a Roberto González, un banquero español que a raíz de la crisis bancaria de 1998-99 fue contratado para rehabilitar al BdP, que había pasado a manos del Estado, tarea que ejecutó admirablemente. Traído de vuelta al banco, pero González nunca se desvinculó del país en estos veinte años.
El BdP rehabilitado se consolidó como el segundo mayor banco privado del país (BdP es un banco privado cuyas acciones están en manos de la CFN, banco público). Pero fue víctima de la politización.
La meta con BdP es venderlo a un banco internacional que se proponga traer capitales, introducir mayor competencia en el mercado interno e incidir en la baja de la tasa de interés. Se contrató con el Banco de América su valorización. Valorizarlo no es dar una cifra, sino evaluar distintos escenarios y ofrecer un rango de precio de acuerdo con cada escenario. Dejar a BdP rehabilitado y funcionando de manera óptima significa obtener un mejor precio en su venta, proceso que tomará todo el año. La meta es que a principios de 2023 ya tenga nuevo dueño.
El presidente se propone fusionar BanEcuador y la CFN bajo el nombre de Banco de Fomento, propuesta que tomó forma legal en la ley tributaria de diciembre. El proceso de fusión se inicia este mes, pero el paso previo es depurar ambas instituciones.
Para restructurar a la CFN el presidente escogió a Iván Andrade Apunte, de amplia trayectoria empresarial y que fuera ministro de Finanzas de Sixto. Andrade se topa con que la CFN tiene tanto personal que solo hay tres préstamos por empleado, y por sumas altas, o sea, para clientes que podrían tener acceso a crédito privado. Hay clientes muy fuertes que sin embargo no pagan sus préstamos. La tercera parte son créditos para vehículos.
Hace veinte años Mauricio Salem fue gerente de la sucursal del Banco de Fomento en Guayaquil y ahora retorna como gerente general del mismo banco bajo el nombre de BanEcuador. Además de los problemas de los otros bancos del ámbito estatal, en BanEcuador hay la práctica de pedir coimas por la concesión de créditos e incluso la entrega de bonos. Todo eso tiene que limpiarse.
De mano con la fusión viene la concesión de créditos de máximo $ 5.000 al 1 % y por hasta 30 años. Tarea mayúscula; si van a prestar $ 250 millones anuales, son 50.000 operaciones crediticias por año. Hay que evaluar y hacer seguimiento a los préstamos, para que sean destinados a mejorar la productividad y no al consumo.
Está en marcha una ambiciosa y trascendental transformación de la banca pública, que vuela silenciosa por debajo del radar ciudadano. (O)
