¡Qué audacia la de Lasso!

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Después de haber sido elegido por una mayoría, en la que se cuentan pensantes, radicales, anti correistas y críticos permanentes, y haber derrotado a una amalgama de radicales, correistas, pensantes y críticos permanentes, que ayer eran mayoría y hoy están en minoría, pretende convertirse en Presidente de todos los ecuatorianos, sin escuchar a quienes lo nombraron para que perpetúe el odio, el enfrentamiento, la imposibilidad de entenderse, porque por supuesto es imposible hablar con el otro si no está de acuerdo en todo lo que pensamos.

Y por lo tanto, si permite que cualquier individuo sospechoso de haber trabajado en el gobierno durante los últimos catorce años siga allí, sin perjuicio de su capacidad, su honradez, su conocimiento, debe ser inmediatamente censurado y destituido del cargo de Presidente.

La “cacería de brujas“, similar a la de la post guerra mundial impulsada por el senador Mc Carthy en EEUU, sólo denota lo visceral de las pasiones que afloran luego de los enfrentamientos totalitarios. Y lo peligroso de mantenerlas.

Más allá de la mezquindad que las acompaña, del afán de ser tomado en cuenta para un empleo luego de la “purga”, es sin embargo entendible el resentimiento que creó el correísmo en los ciudadanos de bien, que vieron atropellados sus derechos por parte de un gobierno prepotente y abusivo.

Lo que no resulta claro es que quieran hoy provocar el mismo ambiente de incomodidad y persecución sin beneficio de inventario. Y más grave aún resulta el expresar arrepentimientos a escasos meses de la posesión por grupos que se desplazan como veletas por el escenario político en busca de beneficios personales antes que nada.

Solo demuestran su afán utilitarista y deseo de figurar a cualquier precio. Más allá de discrepar con varias decisiones u omisiones del actual gobierno, no se puede perder de vista la necesidad inmediata de tender puentes en un país fraccionado y herido por la demagogia y la mala administración, así como es indispensable serenarse y apoyar los esfuerzos encaminados a mejorar las condiciones de vida de todos los ecuatorianos.

Por supuesto, es ese afán de diálogo el que va a desenmascarar, más pronto que tarde, a quienes encabezan el caos y la rebelión como camino hacia el poder.

A ellos, que les caiga todo el peso de la ley, así como a los avivatos que saquearon al País gracias a sus conexiones con el régimen anterior.

Por lo demás, no me arrepiento de haber votado por un presidente mesurado, poco propenso al histrionismo ni al insulto, respetuoso de la opinión ajena pero firme en sus propuestas. Luego de décadas de imposiciones, es refrescante tener la libertad para apoyar o disentir sin sanciones ni persecuciones.

Los errores que con toda seguridad cometerá serán analizados y comentados en su momento, así como sus aciertos. Por el momento, me inclino por una crítica mesurada antes que escandalosa, una posición reflexiva antes que agresiva, y un deseo honesto de lograr que la administración pública logre un mejor derrotero en este gobierno. Ya habrá tiempo para arrepentirse, como es la costumbre inveterada de nuestros pueblos.

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