Un feminismo que luche por lo importante

María de Lourdes Maldonado

Quito, Ecuador

En los últimos años, nos hemos enfrentado mujeres contra mujeres defendiendo posiciones antagónicas, reclamando unas y otras la reivindicación de derechos. Es cada vez más necesario redefinir la verdadera lucha del feminismo y; en la medida de lo posible, generar espacios para la lucha común.

La realidad de varones y mujeres no es la misma, por lo que se debe generar iguales oportunidades para seres de naturaleza distinta. En ese sentido, debemos luchar por conseguir oportunidades para las mujeres, atendiendo a sus especiales circunstancias a las que está llamada a actuar en la sociedad.

Un breve recorrido por la historia del feminismo, nos enseña que el espíritu de esta lucha ha sido el de conseguir igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. La igualdad reclamada inicialmente no buscaba una confrontación contra el hombre, al contrario, que hombres y mujeres pudieran actuar en la sociedad con los mismos derechos y oportunidades. Esta lucha no ha sido fácil y debemos agradecer a todas aquellas luchadoras y luchadores -muchos hombres hicieron valiosos aportes- que lograron los cambios a lo largo de la historia. 

Es grave perder la perspectiva de los ideales del feminismo. Como lo han denunciado grandes pensadoras, como Mary Ann Glendon: el intento agresivo por el reconocimiento -antihumano- del aborto como derecho que han liderado ha significado el debilitamiento del sentido realmente feminista.

Miles de niñas dejan de nacer cada año por ser mujeres; otras son forzadas a casarse a cortas edades, sin consentimiento; son objeto de comercio sexual; no tienen acceso a la educación; son agredidas verbal y físicamente; y no se les reconoce un salario justo.

Parecería que la lucha se agota en la discusión del aborto, en los derechos sexuales y reproductivos. Pero en realidad se combate la maternidad, el matrimonio y la familia como impedimentos para el desarrollo personal de la mujer, definiéndolas como formas de violencia y opresión. Dejan de preocuparse por las verdaderas causas de mortalidad femenina como el cáncer de mama, que recibe poco financiamiento por parte del Estado.

Aún queda mucho camino por recorrer. El acoso y la violencia contra la mujer debe ser fuertemente combatida.  Se deben generar planes y proyectos para proteger de una manera efectiva a las mujeres que se encuentren en condiciones vulnerables.

No es necesaria la guerra contra el hombre, como si todo fuera patriarcado. Nuestra lucha debe fundamentarse en el convencimiento de la valía de la mujer, más que en el intento de adoptar la naturaleza del sexo opuesto, porque manifiesta un rechazo a la propia esencia.

Si realmente queremos un reconocimiento efectivo de los derechos de las mujeres, estamos llamados a luchar por todas, sin excluirnos unas a otras por lo que pensamos o defendemos; por las que quieren ser madres y trabajar; por las que necesitan especial protección tanto por estar expuestas a situaciones de maltrato o porque están llevando un embarazo en especiales situaciones de vulnerabilidad; por las que están enfermas, por las que están ancianas y por las niñas que deben crecer en ambientes seguros. Es hora de convencernos de que ser mujer es un privilegio  y debemos unir esfuerzos para que se reconozca la dignidad de la mujer en todo nivel.

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