El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, acusó el miércoles a Estados Unidos y «sus aliados», desde Etiopía, de intentar imponer a otros estados «sus modelos de vida» por su propio interés, sin dejar que África encuentre sus propias soluciones a sus problemas.
«Rusia se compromete a hacer que todos los miembros de la comunidad internacional, incluidos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad (de la ONU), respeten los derechos de los africanos para encontrar soluciones africanas a los problemas africanos», afirmó Lavrov en una rueda de prensa con su homólogo etíope, Demeke Mekonnen.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso hizo estas declaraciones en el marco de su gira actual por varios países de África, que ya le ha llevado a visitar Egipto y Uganda.
Además, en relación con la guerra en Ucrania, Lavrov dijo que «sus compañeros africanos tienen una comprensión clara de la situación actual, entendiendo que Occidente está intentando bloquear la información (…) para mantener su punto de vista dominante».
El jefe de la diplomacia rusa mantuvo este miércoles reuniones con el Gobierno federal etíope en las que se trataron temas como la diversificación de la cooperación económica entre Rusia y Etiopía, los problemas internos del país africano y la seguridad regional.
Asimismo, en el terreno de la seguridad de Etiopía, Rusia «confirmó su compromiso de implementar nuevos proyectos» para apoyar «los intereses etíopes» y «asegurar sus capacidades de defensa».
Demeke, por su parte, agradeció a Rusia haber bloqueado reuniones y medidas en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la guerra que libran desde hace más de dos años el Ejército federal de Etiopía y los rebeldes norteños del Frente Popular de Liberación de Tigré (FPLT).
«La Federación Rusa nos ha apoyado durante los dos últimos años oponiéndose a poner a Etiopía en la agenda del malvado Consejo de Seguridad», dijo Demeke durante la rueda de prensa.
Según denunció la ONG Human Rights Watch (HRW), el Consejo de Seguridad de la ONU ha mantenido sus deliberaciones sobre la guerra en Tigré a puerta cerrada debido a los bloqueos de Rusia y China, a pesar de que la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos denunció posibles crímenes de guerra y contra la humanidad por ambos bandos.
La guerra estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope Abiy Ahmed ordenó una ofensiva contra el FPLT -partido que gobernaba hasta entonces en la región norteña de Tigré- en respuesta a un ataque a una base militar federal y tras una escalada de tensiones políticas.
En la actualidad, unas 9,4 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Tigré, así como las regiones vecinas de Amhara y Afar, como consecuencia de los enfrentamientos, según la ONU.
Además, miles de personas han muerto y unos dos millones han tenido que abandonar sus hogares debido a la violencia. EFE (I)