No cabe duda que es un buen hombre

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Tiene las mejores intenciones para con el País. Sus actuaciones humanas lo confirman. Las explicaciones sobre su salud avalan un legítimo afán de enviar mensajes de tranquilidad a una población recalentada y dispuesta a dar crédito a cualquier falacia. Su preocupación permanente por establecer parámetros de credibilidad y confianza logran revestirlo de una paciencia infinita para intentar develar ante sus opositores las más elementales leyes de la economía de mercado, diametralmente opuesta a la economía estatista que nos agobia.

Esa tranquilidad es la que lo impulsa a sostener un diálogo con interlocutores de todos los sectores, algunos genuinamente ignorantes, otros cargados de mala fe y maledicencia. Su genuino afán de encuentro lo lleva a extender la mano a quienes ayer lo vilipendiaron y hoy, para asegurar su supervivencia, le rinden pleitesía. Solo cabe decir que ese es un tema de pronóstico reservado.

Sin embargo, quizás por la torpeza de sus asesores o por la ingenuidad del asesorado, las “metidas de pata“ se acumulan y generan desasosiego. En el tema de las denuncias de corrupción de algunos asambleístas, emitidas en marzo y retiradas en agosto, se nota un doble discurso incómodo para un mandatario. Quiero creer que la reversa se debe esencialmente al enésimo afán de dialogar con las bancadas del “Roben Bien“ y lograr así, sin espadas de Damocles, apoyo para alguna ley archivada hace meses, o para aislar al combo social-cretino correísta, a sabiendas que los diálogos con fariseos no suelen terminar bien.

Sin duda, lo que se permite se repite. Es un viejo aforismo de la política y de la vida.

Se trata pues de un gobierno sibilino, a veces incomprensible y generalmente reactivo, no proactivo. El resultado es, por tanto, que la oposición es la que lleva la voz cantante, copa espacios y sofoca iniciativas que podrían ser beneficiosas en otro entorno. Por suerte, se trata de una oposición pedestre, vergonzante, sin lucidez ni metas. Se vislumbra a leguas su doble afán, destructivo y venal. Eso basta para desprestigiarlos y describirlos.

La mortífera combinación de un gobierno que no arranca y una Asamblea que no entiende su rol saturan e indignan a una “opinión pública“ muy poco objetiva y cuyo fin es defender intereses antes que aportar conceptos y soluciones, que logra confundir aún más a la masa, por lo demás desorientada por una década de gritos, imposiciones y operetas prefabricadas.

Aún resuena, evidentemente, en la memoria de algunos la grandilocuencia del prófugo, cuya verborrea extrañan quienes lucraron de aquel oprobioso régimen, en muchas e inconfesables formas.

Pero la realidad es que no hay en el Ecuador un espacio legítimo para reflexionar, desmenuzar y explicar al gran público la falacia del Estado omnipresente, porque la crítica se focaliza y concentra en el fracaso de determinadas instituciones, en vez de explicar y atacar la esencia del problema.

El Estado paternalista se desmorona, a pesar de la demagogia de quienes pretenden responsabilizar a este gobierno de un fracaso gestado en los últimos cincuenta años.

Escuchar las conclusiones de las mesas de diálogo solo aporta para notar la tozudez y la ignorancia de sus integrantes. Finalmente, son el obvio resultado de un descuido centenario en la educación, la formación de metas comunes y el civismo. El carácter eminentemente individualista del ecuatoriano lo vuelve impermeable a todo intento racional de cambio, a no ser que ese cambio sea impulsado por una amenaza externa, la quiebra estatal o la improbable conquista del campeonato del mundo en Catar.

Mientras no exista la elemental noción de pertenencia y patriotismo, estaremos sujetos al providencial criterio de nuestros mandatarios.

Hay que rescatar sin embargo que, como decía Leibnitz, estamos en el mejor de los mundos posibles, porque al menos tenemos un Presidente honesto en funciones. Es mucho más de lo podríamos esperar de los otros candidatos que obtuvieron una votación importante en los últimos comicios.

Solo falta que el mandatario se ponga las pilas, desbroce el ambiente contaminado en su entorno, y dedique su valioso tiempo a tomar las inaplazables decisiones que su mandato le otorga, algo que muchos esperamos con impaciencia.

Quito (Pichincha), 16 de agosto de 2022.- El presidente de la República, Guillermo Lasso, en rueda de prensa explicó el motivo de su viaje a Houston para una evaluación médica. Foto: Jonathan Miranda / Presidencia del Ecuador.

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