Rochester, Estados Unidos
Bien por Lasso y su enérgica respuesta. La marea alta estaba enseñoreándose en un País dispuesto a creer cualquier novela que tenga como objetivo desnucar al poder. Los jueces de papel ya tenían dispuesto el cadalso para ajusticiar al Presidente, porque aquí la justicia no es un texto que se respeta sino un fogonazo que se prende a la luz de cualquier denuncia que tenga visos de credibilidad.
Mucho tienen que ver, por supuesto, los silencios cómplices y la lentitud de organismos de control y poder judicial.
Sin duda el gobierno de Lasso ha cometido muchos errores, ha permitido que sus enemigos tracen la cancha ante la ausencia de un legítimo contrincante, ha callado en temas de fondo y ha perdido el tiempo en disquisiciones inútiles. Su silencio ante un CNE inmóvil y torpe aparece como un error craso, a pesar de los motivos jurídicos para no intervenir en el tema.
Le ha faltado fuste y liderazgo.
Pero de allí a involucrar al mandatario con mafias y responsabilizarlo de todos los males de la República hay un abismo, que solo la codicia y el odio político pueden cruzar.
Conozco a Lasso desde hace muchos años, y creo en su honradez y buenas intenciones. Nada tiene que ver con el aventurero bocón que nos gobernó con el engaño diez años, ni con el encubridor que se deslizó por el poder para ejercer sus venganzas personales. Es hora que el público se serene y empiece a medir el volumen de la tragedia nacional, lo peligroso de los extremos mafiosos y políticos que nos rodean, y le otorgue al menos el beneficio de la duda a un presidente que tiene a su haber una vida de realizaciones, mientras sus acusadores eran unos perfectos desconocidos hace pocos años.
Que vuelva la cordura al País y a los escépticos.
Un país no se desenreda en un año ni son nuestras opiniones las que tienen que aplicarse a rajatabla, so pena de pasarnos a la oposición sin beneficio de inventario.
Gobernar es difícil, y la teoría es muchas veces derrotada por la práctica del poder. Lasso ha salido a defender su honor. Es legítimo. A nosotros nos corresponde defender el nuestro de los extremos que amenazan e impiden el desarrollo nacional. Es hora de arrimar el hombro y dejar la crítica para más tarde. Solo unidos venceremos al populismo que nos acosa y busca la destrucción del Estado como hoy lo conocemos. Ejemplos sobran.
