El general y la Asamblea

Mauricio Toro

Quito, Ecuador

Con 105 votos la Asamblea Nacional ha censurado al Gral. (Sp) Patricio Carrillo en su calidad de ex Ministro del Interior, función que desempeñó por apenas cinco meses durante el 2022. Los cargos aducidos por sus interpelantes incluían desde el aumento de la inseguridad en el país, pasando por un supuesto incumplimiento de funciones en el Paro Nacional de junio 2022, hasta la ruindad de pretender otorgarle alguna responsabilidad en el asesinato de María Belén Bernal a manos de su propio esposo.

La indecencia de los interpelantes y sus motivaciones, resulta propia de una Asamblea compuesta mayoritariamente por seres que encarnan la degradación absoluta de una parte de nuestra sociedad.

Es la Asamblea de la incoherencia donde los socialcristianos que votaron por la censura so pretexto de la crisis de inseguridad (como si en 5 meses y con un Ministerio naciente, Carrillo hubiera podido obrar milagros); pero no tienen problema en abrazarse impúdicamente (de manera literal), con quienes comparten piscina con los narcos y le abrieron las fronteras del país al crimen organizado (sacando la Base de Manta, declarando la “ciudadanía universal, permitiendo que las cárceles se conviertan en lucrativos centros de operaciones de las mafias, entre otros..).

Organizaciones criminales que les retribuyen activándose con un absoluto sentido de oportunidad, cada vez que resulta conveniente golpear políticamente al gobierno.

Es la Asamblea donde un grupo de inescrupulosos (de todas las bancadas que votaron por la censura), son llevados de paseo con gastos pagados a la Rusia del criminal de guerra Putin, para avanzar los intereses empresariales de su sponsor; sin detenerse a pensar un segundo de que su visita sería utilizada por la propaganda rusa, menoscabando la posición oficial de nuestro país de condena a la invasión a Ucrania y sin ofrecer la más mínima disculpa.

Es la Asamblea donde (cual síndrome de Estocolmo), quienes fueron pateados en el suelo durante la autocracia correísta no tienen vergüenza ni sentido del ridículo de felicitar a sus antiguos verdugos por “ahora sí estar del lado del pueblo”. Seguramente los recobrarán cuando los autoritarios vuelvan y los escupan y pisoteen nuevamente, cuando ya no les sean de utilidad.

Es la Asamblea de la indignidad, donde la Izquierda Democrática no tiene problemas en ser funcional a la mayoría golpista que humilló y destituyó del cargo de vicepresidenta a una de las legisladoras de su bancada. Actuaciones que cuentan con el respaldo tácito o expreso de políticos que como Wilma Andrade, Dalton Bacigalupo o Marcos Molina quienes pretendían mostrarse como diferentes, pero que a la hora de la verdad no han tenido el menor escrúpulo de mostrarse junto a quienes desprecian la democracia.

Es esta Asamblea la que pasó de interpelante a interpelada por Carrillo, quien en su intervención les enrrostró los vínculos de varios de sus miembros con la minería ilegal y con el crimen organizado (piscina incluida).

Les señaló su negligencia en aportar con propuestas y soluciones a la crisis de seguridad que vive el país; crisis que los asambleístas no solo son incapaces de entender en su real magnitud, sino que no tienen ninguna intención de enfrentar; y que por el contrario es utilizada para avanzar sus oscuros intereses, manteniendo al país un estado de permanente crisis política.

Que la Asamblea del “si roban, roben bien”, haya decidido censurar al General Carrillo debe constituir para él una medalla de reconocimiento ante la sociedad. Carrillo y los miembros de esta Asamblea no pueden ser más diferentes. Y por eso le temen.

El cartel de “CarrilloNuncaMás” que exhibieron los asambleístas que favorecían la censura, revela a las claras la intencionalidad de “sacar del juego” a un personaje que les resulta muy incómodo a las mafias; y que que durante cuatro décadas de servicio público no ha sido acusado jamás de ninguna incorrección, de esas que constituyen la actividad cotidiana de sus censuradores.

Pero si queda o no fuera del juego, no será esta Asamblea la que lo decida, sino el pueblo ecuatoriano.

Patricio Carrillo.

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