La fuga de la embajada: vergüenza y afrenta

Gonzalo Ruiz Álvarez. Quito, Ecuador.

Gonzalo Ruiz Álvarez

Quito, Ecuador

¿Quién sabe cuándo? La ex ministra de Transporte y Obras Públicas del Gobierno de Rafael Correa se ‘fugó’ de la residencia del embajador de Argentina en Ecuador.

María de Los Ángeles Duarte estaba condenada por el caso Sobornos. Condena por la cual Rafael Correa es prófugo de la justicia y vive asilado en Bélgica, pero se pasea por países como México – donde están varios de sus coidearios – o Venezuela, donde en los primeros días de marzo estuvo para un acto político que recordó los 10 años de la muerte de Hugo Chávez. Un encuentro con jefes de Estado como Daniel Ortega – perseguidor y represor de sacerdotes y disidentes –, Luis Arce, presidente de Bolivia; Raúl Castro, ex presidente de Cuba o Evo Morales, ex presidente boliviano. La retórica del Socialismo del Siglo XXI volvió a tronar en Caracas desde los pechos inflamados de algunos líderes que tienen cuentas con la justicia, y, algunos, de conducta nada democrática. Dios los cría…

Por las calles de Caracas se paseó María de los Ángeles Duarte, quien se presentó en la Embajada de Argentina, solo para decir que a ella no la tomen en cuenta, que por ahora no piensa ir a la Argentina. Un país con mucha inflación y mucho peronista suelto y en el poder, habría pensado.

Nadie sabe (¿sólo ella?) cuándo ni cómo llegó a Venezuela. Se escapo de la embajada de Argentina en Quito, debió ir por tierra (¿aire, mar?) atravesando Colombia, acaso.

Cuando el embajador argentino ‘advirtió’ que la huésped incómoda no deambulaba por las amplias estancias de la mansión, notificó a la Cancillería que María de los Ángeles Duarte se habían esfumado. Nadie la vio. Es casi imposible que la señora hubiera escalado las murallas y las altas mallas que separan el inmenso jardín con las casas vecinas.

Afuera de la embajada estaba el patrullero que desde hace más de 900 días custodiaba que la prófuga de la justicia ecuatoriana y condenada a prisión no escape. Siempre estaba allí, con dos o tres policías, las 24 horas, los 30 días del mes, los más de 900 días desde aquel 20 de agosto de 2020, cuando entró en la sede diplomática. Pero Duarte se voló.

El embajador fue a dar cuentas en el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador. No dijo nada, porque, explicó, nada vio ni supo. Lo que sí supo unas horas después es que era declarado como persona non grata. En lenguaje diplomático la reciprocidad impera y el embajador del Ecuador en Buenos Aires fue expulsado ipso facto. Como sucede en estos casos ambos embajadores recibieron un plazo perentorio para abandonar el país. Las tradicionales buenas relaciones entre ambos países se ven empañadas.

Los presidentes Lasso y Fernández, que se abrazaron muchas veces y tomaron lindas fotos de los encuentros, hoy estarán distanciados. Para Fernández el episodio enojoso no es peor que la crítica de su frente interno dónde Máximo Kirchner, legislador e hijo de Néstor y Cristina Fernández, le formuló críticas en un acto político reciente. El kirchnerismo pretende que Fernández se haga de la vista gorda sobre las condenas que la justicia impuso a la ex presidenta.  Quieren volver a candidatizar a la ex presienta, senadora y actual vicepresidenta. Las internas de las facciones oficialistas del peronismo están en tensión.

La vicepresidenta argentina Cristina Fernández, y el presidente, Alberto Fernández.

Para Lasso, la situación no es menos tensa. La oposición juntó las firmas para un juicio político que luego deberá pasar el tamiz de la admisibilidad de la Corte Constitucional. El objetivo es tratar de destituir a Guillermo Lasso. El Presidente siente la soledad del poder y el Gobierno sobrevive entre aprietos y varias ineficiencias. Ya se verá, cuando actúe la justicia, si los discursos políticos tienen correspondencia con datos probatorios. Tiempo de tensiones a la vista que destruyen la economía y golpean a la gente que quiere empleo, seguridad y justicia limpia.

Volviendo a la misteriosa desaparición de Duarte, el Canciller Juan Carlos Holguín informó en la Asamblea Nacional que en la residencia hubo un asado. Entraron y salieron invitados. Nadie sabe si en ese ágape, sucedido el viernes pasado, se hizo una despedida de la huésped incómoda.

Lo que si consta es que un funcionario diplomático había pedido inopinadamente días antes, que el patrullero que custodiaba el callejón de la casa se retire. La solicitud absurda jamás fue atendida ya que la jurisdicción argentina termina en el portón de calle y, a saber, la calzada y las veredas son vías de utilidad pública de Quito.

Un sello sepulcral del secreto bien guardado lo puso la embajada cuando se negó a entregar los videos de vigilancia, Sus motivos tendrán.

Mientras, el influyente diario Clarín, publicó una versión que habla de una trama urdida con diplomáticos de Cuba y Venezuela para preparar la huida de la ex ministra prófuga.

Lo cierto es que se burlaron una vez más de los ecuatorianos. Los prófugos y condenados de la revolución ciudadana no tienen límites. Visto está. Lo que si tienen es socios y cómplices políticos que irrespetan a la justicia. Y hablan con desparpajo de persecución política. No tienen remedio… Alguien les diría ‘caretucos’.

Fotografía de la entrada de la residencia de la embajada de Argentina en Ecuador, hoy, en Quito (Ecuador). El Ministerio de Relaciones Exteriores de Ecuador aseguró este martes que la embajada de Argentina «se ha opuesto» a entregar videos para esclarecer el «escape» de la exministra María de los Ángeles Duarte, quien estaba refugiada en la residencia de la sede diplomática desde hace más de dos años y medio para no ir a prisión por una condena por corrupción. EFE/ José Jácome

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