
«Nerón se levantó y corrió hacia la ventana. La noche estaba iluminada por el resplandor rojizo del fuego. Desde allí, vio cómo la ciudad ardía, como si estuviera en llamas. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Sabía que la ciudad se estaba quemando, pero no le importaba. Sabía que la gente estaba sufriendo, pero no le importaba. Lo único que le importaba era su propia gloria y su propio poder.»
Gore Vidal, La caída de Nerón
La historia de Nerón ha inspirado innumerables capítulos en la literatura, el cine y hasta la música. El episodio -o mito- más famoso del Emperador Romano, ciego de ira y ambición, es el de su indiferencia frente a la destrucción de Roma en un feroz incendio provocado por él.
A pesar de que no existe médicamente, el término “síndrome de Nerón” se usa para referirse a personas que tienen un comportamiento narcisista o incluso sociopático en posiciones de poder; crueldad y falta de escrúpulos, la vanidad de escucharse recitar y cantar mientras se incendia la ciudad.
Esta es la explicación más clara de lo que pasa en el Ecuador estos días: un vanidoso, sus seguidores y sus cómplices. Algunos con intereses vinculados a la economía ilegal y a la impunidad para sus delitos durante una década de poder total. Otros se han descubierto aliados en su comprensión sobre el uso del poder y su débil convicción democrática. Finalmente unos cuantos, aparecidos, aprovechan el saberse más importantes (numéricamente hablando) en un escenario de inestabilidad y caos.
Es cierto que tanto el juicio político como la “muerte cruzada”, o la revocatoria del mandato, son figuras constitucionales, institucionales; pero también es cierto que es desleal, con la democracia, con el país, convertir cada impase político en un pretexto para acabar con el régimen constituido.
Es larguísima la lista de errores de fondo y forma cometidos en este nuevo intento de juicio político al Presidente Lasso y han provocado un debate sobre los escasos talentos de sus promotores, pero ¿sería distinto con legisladores inteligentes y conocedores del Derecho? Tal vez un poco menos de vergüenzas, pero nada más. Ecuador no tiene futuro mientras Correa y los suyos sigan boicoteando cualquier gestión que no sea la propia, cualquier proyecto que no sea el suyo, cualquier visión de país y de región que no coincida con la suya.
Rafael Correa es el político con el periodo presidencial de mayor duración, el que gobernó el Ecuador durante su mayor bonanza -una circunstancia que no fue fruto de sus decisiones pero de la que se benefició indudablemente- y que tiene aún un significativo respaldo popular; pero además, Rafael Correa es el ejemplo perfecto de un liderazgo pernicioso, al que le importa más su propia gloria y su propio poder, sus propósitos, aunque para lograrlos deba incendiar al Ecuador.
Estas líneas no pretenden defender al actual gobierno, ¡ha cometido tantos errores!: el manejo de la seguridad, la gestión de la crisis de junio, la gestión pública en general, la gravísima situación de pobreza y un largo etc. Sí se trata de defender un proyecto de país democrático, con estabilidad, instituciones para procesar las diferencias y que permitan atender los problemas cotidianos de todos.
Se trata de defender la vida y la convivencia en un Estado de Derecho en donde la ley se impone sobre la fuerza, la extorsión y la violencia. Es un llamado a mirar que nuestras opciones de futuro, nuestra viabilidad como país, no dependen solo de la calidad y el comportamiento del gobierno sino también de la calidad y el comportamiento de la oposición, y que muchísimos de los problemas que hoy esa oposición explota, son en buena medida su responsabilidad, incendios provocados por ellos.
