El funeral por el sintecho estrangulado en el metro se convierte en alegato antirracista

Nueva York .- El funeral por el joven Jordan Neely, estrangulado hasta la muerte por un pasajero en un vagón del metro de Nueva York el pasado 1 de mayo, se convirtió este viernes en un alegato contra el racismo sistémico instalado en la sociedad estadounidense contra la población negra.

En la iglesia baptista de Mount Neboh del barrio de Harlem se dieron cita los familiares de Neely y algunos activistas antirracistas de la ciudad, y aunque el pastor de la parroquia insistió al comienzo en que el servicio era «para celebrar la vida, y no la muerte de Jordan», no pudo evitar que casi todos los discursos desembocaran en una denuncia de la discriminación de la población negra.

Con el puño en alto, los asistentes terminaron gritando a coro «Defund the Police» (corten los fondos a la Policía) y «No justice, no peace» (Sin Justicia no hay paz).

Antes, el pastor baptista y reconocido activista por los derechos civiles Al Sharpton, que había sido elegido por la familia para pronunciar el elogio fúnebre, había encendido los ánimos de los asistentes con su soflama.

Sharpton recordó que Jordan era un joven con problemas mentales que se ganaba la vida imitando a Michael Jackson en el metro, y que el día de los hechos «sin ir armado ni amenazar o provocar a nadie» fue atacado «por detrás» por un joven que lo tumbó al suelo y le aplicó una llave de estrangulamiento hasta la muerte, ante varios testigos que no intervinieron, algo que quedó grabado en un video tomado por un viajero.

Y el agresor «se fue a su casa, a dormir en su cama», insistió, indignado, en alusión a que el atacante, un exmarine de 24 años llamado Daniel Penny, no fue detenido hasta que él mismo se entregó 12 días después, y aun entones quedó libre tras ser acusado de «homicidio imprudente» e imponerle el juez una fianza de 100.000 dólares.

La Policía, lamentó Sharpton, «persigue a la gente equivocada», insistió, en alusión a la población negra, mayoritaria en el funeral de este viernes.

Tras Sharpton tomó la palabra el pastor John Greene, que tuvo un discurso aún más encendido en el que evocó la Guerra Civil y las luchas por los movimientos civiles, un pasado que explica haber llegado a la muerte de Jordan, que calificó de «linchamiento de un negro en la plaza pública».

«El racismo está en la esencia de este país», proclamó, y puso como ejemplos que es la población negra la que más sufre la falta de vivienda asequible o los deficientes servicios de salud mental, extremo este último que se ha comentado con profusión porque Jordan nunca tuvo un seguimiento mental adecuado a sus problemas.

EL EXMARINE RECAUDA 2,6 MILLONES DE DÓLARES

El reverendo que presidió el funeral pidió ayuda a los presentes para ayudar a financiar los gastos del entierro que tuvo lugar hoy inmediatamente después de la misa, en la que el cadáver de Jordan estuvo presente dentro de un ataúd blanco.

Llama la atención que mientras la familia del muerto no puede ni pagar su entierro, la campaña para ayudar a financiar la defensa legal de Daniel Penny ya ha recaudado 2,67 millones de dólares hasta hoy, procedentes de donativos de 54.744 personas.

La campaña de recaudación se lleva a cabo en una plataforma «cristiana» llamada GiveSendGo que ofrece la posibilidad de ofrecer «rezos» a quien no pueda dar dinero, una llamada a la que han respondido otras 40.567 personas.

Algunos de los donantes, refugiados en el anonimato, incluyen mensajes de solidaridad con Jordan Neely, calificándolo de «héroe americano», «víctima de la izquierda comunista» y «hombre enviado por el Señor» para poner orden en el metro «que no es otra cosa que un zoo con animales descontrolados».

Efectivamente, el homicidio de Jordan ha derivado en una pelea política que muestra una vez más el grado de polarización que vive el país entre quienes abogan por una política más dura para frenar la inseguridad (sobre todo en el metro de Nueva York) y quienes insisten en señalar las fallas estructurales de una urbe que siempre deja atrás a los mismos marginados. EFE

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