Ecuador no es Perú, pero tampoco Chile

Beatrice Rangel

Bogotá, Colombia

Además del natural desconcierto que causó la invocación por parte del presidente Guillermo Lasso de la norma constitucional conocida popularmente en Ecuador como “la muerte reciproca” ya que baraja el juego político al convocar elecciones generales.

Las causas de esta decisión residen en la presencia de un claro movimiento desestabilizador encabezado por los opositores al Presidente Lasso que le ha impedido gobernar. De allí que haya decidido resolver la crisis consultando al soberano si desea elegirlo y si por el contrario prefiere otra figura al frente del ejecutivo nacional. Pero también se le está preguntando al soberano si desea ser representado por los actuales congresistas y senadores.

La decisión de Lasso contrasta con la tomada por el Presidente Pedro Castillo del Perú quien, en violación de la constitución peruana, pretendió cesar al congreso y asumir el control total del Perú. Y al igual que lo está sufriendo Lasso bajo el yugo de los seguidores del expresidente Correa, Dina Boluarte tiene que confrontar diariamente los ataques desestabilizadores de los seguidores de Pedro Castillo.

Ambos países sufren los embates de fuerzas radicales cuyo objetivo es colocar en las instancias de poder figuras filo marxistas para desarmar el andamiaje institucional que impide el ejercicio de la democracia directa. Inútil que la historia les demuestre que todos los experimentos de democracia directa han terminado en la quiebra económica y la instauración de regímenes despóticos que han violado de manera masiva los derechos humanos.

La presencia de esas agrupaciones hace difícil ver el horizonte político inmediato del Ecuador con optimismo. Porque no se trata de una ola de descontento de una sociedad civil organizada como es el caso de Chile. En esa nación la sociedad civil ha iniciado un proceso de establecer límites al gobierno y preservar los logros de los últimos 33 años. No se trata de movimientos radicales o anárquicos que estén dispuestos a tomar el poder sino de una conducta cívica que dentro de los cauces del estado de derecho ha decidido echar por tierra la concertación y fortalecer la democracia.

En Ecuador se esta jugando una batalla entre la preservación del estado de derecho y el establecimiento de limites a agrupaciones políticas radicales que desean violentarlo para hacerse con el poder para siempre y que han hecho alianzas con las oscuras fuerzas del crimen organizado transnacional. Si llegaran a imponerse la democracia del continente resultara vulnerada mientras el crimen organizado transnacional contará con un nuevo núcleo de operaciones. Algo harto preocupante.

Más relacionadas