
Miami, Estados Unidos
Desde abril del 2019 estoy radicado en Florida. En relación con experiencias anteriores, una de las mayores sorpresas me la he llevado con la prensa. Ha habido también desilusión, ya que no esperaba encontrar una situación donde para tener una visión completa había necesariamente que ver mas de un medio. No hablo de opiniones, sino que los mismos hechos importantes no aparecían en todos los medios masivos, ya que, por ejemplo, había que ver tanto FOX como la CNN para simplemente enterarse, toda vez que simplemente se suprimía información que no calzaba con la narrativa.
En algunos casos sabia con anticipación sobre su compromiso o lo reconocían, pero en otros fue una sorpresa, o peor, intentaban ocultarlo.
Fue útil para estar alerta, ya que para opinar con fundamento me vi obligado a no dar lo recibido por verdadero, sino intentar siempre investigar la veracidad por mi mismo, pero no es lo que uno esperaba de la prensa tradicional, que siempre para mi fue el standard de integridad profesional. Había sorpresa y desilusión ya que esta situación era distinta a lo esperable, y a lo encontrado en residencias temporales por razones profesionales, fundamentalmente de estudio, docencia o investigación en épocas anteriores en lugares como California, Pittsburgh, Massachussets o Texas.
Utilizo en general la denominación de prensa en un sentido no del todo exacto, para referirme a los medios de comunicación tradicionales, fundamentalmente programas de opinión en radios AM, y, sobre todo, diarios y TV.
Muy notorio en todo lo que tenía relación con campañas políticas, y las opiniones a favor y en contra de Trump y sus rivales, donde se encontraba pasión, polarización y sesgo, a veces indistinguible de lo que aparecía en redes sociales, olvidando los estándares profesionales que siempre se habían asociado con medios de fama internacional. Encontré un panorama donde más que argumentos, las opiniones parecían ser armas que se lanzaban contra los otros.
Me parecía que habían involucionado para ser parte de la guerra cultural que tan profundamente divide a la elite de este país, donde la narrativa siempre tiene preferencia sobre los hechos, y donde hay demasiada hipocresía, en el sentido que se aplaude o se condena, si se habla de quienes piensan igual o distinto.
Por cierto, no es el único país donde ocurre, pero esperaba que no fuera a este nivel y de los primeros, y que en otros fuera peor no debiera ser el tema, toda vez que realmente echaba de menos a esa gran prensa, analítica, critica, independiente y orientadora, ese ejemplo mundial que tuvo USA en el pasado y que hoy, sumida en la confrontación interna realmente se echaba de menos.
No solo era un problema personal, ya que como al menos se necesitaban dos para este baile, mucho había perdido la democracia estadounidense no solo por Trump, sino también por la lucha de sus adversarios contra él, toda vez que entre las cosas que no esperaba era que simplemente los medios no discutieran al nivel esperable situaciones como la salud del presidente Biden o que se suprimiera información sobre su hijo Hunter, relevante en una campaña presidencial. No por cierto para acusar, ya que por lo menos yo desconozco si tenía o no fundamento lo que se alegaba, sino simplemente para informar sobre algo relevante.
Que medios afamados suprimieran información no lo esperaba, como tampoco que se censurara selectivamente a personas que incluían al propio presidente o expresidente por parte de propietarios o ejecutivos de grandes empresas tecnológicas como tampoco en temas opinables en condiciones de pandemia.
Me parecía y me parece un gran retroceso toda vez que esos medios no lo hicieron nunca durante la guerra fría, y fueron elemento importantísimo en explicar porque USA fue el ganador, y porque su adversario mas que ser derrotado en forma convencional, se derrumbó con una velocidad que a todos encontró por sorpresa.
Además de la perdida trágica que significa caer en la cancelación de quien piensa distinto y la justificación de la violencia selectiva, es un ejercicio muy ineficiente, desde el momento que nadie parece convencer a nadie, y las audiencias al igual que en las redes sociales, se atrincheran aún más. Mas aun, medios que alguna vez gozaron de gran prestigio, por la fuga de espectadores y lectores, hoy tienen problemas para solo sobrevivir en un mercado muy competitivo y con avisaje que se traslada a las nuevas tecnologías.
Hablo también con nostalgia, toda vez que noto que hace falta ese pasado glorioso, por ejemplo, en la cobertura de la guerra de Ucrania, donde como en todo conflicto bélico la verdad ha sido otra victima de la invasión, ya que cuesta mucho distinguir lo que es real de lo que es solo parte de guerra de alguno de los lados. Al respecto, es entendible la necesidad de manipulación por parte de los contendientes y de la inteligencia militar, pero no que medios afamados sirvan de caja de resonancia.
Por cierto, no se discute la posición editorial en torno a quien es el responsable de la invasión y de la guerra, sino de aportar con independencia a hechos que no alteran lo anterior, pero si sirven de orientación tanto al público como a las propias elites, y el argumento que en Rusia o China hay control estatal, no sirve en comparación a ese papel privilegiado que tuvieron en un pasado todavía cercano.
Tampoco ayuda para la confrontación por el liderazgo del siglo XXI con China, cuyo poder es considerablemente superior. De partida, existe falta de discusión sobre sanciones que, si no parecen haber cumplido el objetivo anunciado con Rusia menos van a incomodar a China, cuyo nivel económico las condenaría a un fracaso que incluye el hecho probable que muchas empresas del propio Occidente, por lo mismo, se nieguen a colaborar.
Y es además un problema que tiene una consecuencia mayor, toda vez que en muchos otros países no se entiende bien lo que ocurre y cuan condicionados están hoy estos medios por el tema interno de USA, ya que su prestigio, a pesar de todo, permanece intacto y el resto del mundo los sigue como consecuencia de glorias pasadas, sin entender que informan desde la perspectiva de uno de los sectores en pugna, y que en alguna medida han dejado de representar lo que alguna vez fueron.
En otras palabras, siguen influyendo la cobertura en el resto del mundo, que reproduce sin darse cuenta de que es una narrativa a veces propagandística, opinión más que simple información.
Durante la guerra fría, tan o más importante que su unidad interna, su liderazgo, su pluralismo, aceptación de la diversidad y de la tolerancia, fue el poder blando de Estados Unidos, no solo el efecto de la “american way of life”, sino también el atractivo de sus medios de comunicación, y la independencia que gozaban.
Hoy, el retorno a ese pasado es necesario para analizar hechos donde hay información contradictoria como la voladura de Nordstrom 2 o la destrucción de la represa de Kajovka que en nada debiera afectar la responsabilidad de quien inició la guerra, pero si cumplir con el deber de informar y orientar.
Para un rival como China muchas cosas tienen que mejorar en USA, ya que se necesita a lo menos mayor continuidad en sus políticas de Estado, más unidad interna, una elite totalmente convencida de su misión y de las ventajas de su sistema, pero también recobrar esa gran prensa que hoy parece ausente, sumidos como están en el barro de la pequeña disputa interna.
Se requiere no solo superar el daño causado por la disputa interna y hacer un balance de fracasos y éxitos en la guerra de Ucrania, también se debe recobrar la importancia de los hechos por sobre la narrativa que se ha configurado previamente y que contamina lo que viene a continuación.
En lo personal he abandonado medios de comunicación que fueron por mucho tiempo compañía casi inseparable, de consumo diario. Simplemente, no lo puedo superar, ya que me siento dolido por la fidelidad que alguna vez les tuve, casi incondicionalmente.
Y como conclusión, no puedo dejar de observar que, durante al menos tres décadas, prácticamente toda película mostraba a los rostros de la CNN cuando aparecían escenas del gobierno en cualquier parte del mundo, toda vez que se quería representar la toma de decisiones por los colores más diferentes. Sin embargo, ya no aparecen automáticamente, ni en los cines ni en el streaming, dado su actual nivel de cobertura y perdida de ese sitial. Han perdido no solo esa aurea, sino al parecer también las audiencias.
Hablo desde la nostalgia, pero al parecer esos medios -y no solo para mi persona-han sido duramente afectados en el valor de la marca, y esos rostros que marcaban la cultura masiva del mundo, al parecer, por decisión propia o consecuencia de esta situación, aparecen como daño colateral.
La pregunta es si ha valido la pena.
