
Veinte años han pasado de la muerte de Katharine Hepburn, la actriz estadounidense con clase y garra, ganadora de cuatro Oscar, un récord todavía no superado por ninguna otra, y una adelantada a su tiempo. El 29 de junio de 2003 dejaba este mundo, a los 96 años, en Old Saybrook, un tranquilo rincón de Connecticut.
Desarrolló un carácter fuerte y una personalidad de mujer independiente, segura, inteligente y con lengua afilada.
“Historias de Filadelfia”, “La Reina de África”, “Adivina quién viene esta noche”, “El león en invierno” o “En el estanque dorado” forman parte de su filmografía.
«No lamento nada de lo que he hecho. Lo disfruté en cada momento”, es una de sus frases famosas.
Sus interpretaciones en la gran pantalla la hicieron una de las más relevantes estrellas del cine, mientras que su fuerte personalidad y su permanente ruptura de los estereotipos sociales, la convirtieron en uno de los mitos del siglo XX, recordada para siempre.
EDUCADA EN EL LIBERALISMO.
Nacida en 1907 y criada en Connecticut por unos padres reformistas y de clase alta, su entorno era mucho más libre del que se vivía en la América de la época.
La influencia de sus padres, pero especialmente de su madre, una activista política y sufragista, tuvo mucho que ver en la forma de ser de Hepburn.