Estúpidos y obedientes

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

La intención de la campaña comunicacional del correísmo en estas elecciones es obvia: convertir un estigma, el de la estupidez y la obediencia ciega, que la expresión “borregos” atribuye a los seguidores de la Revolución Ciudadana, en un rasgo positivo de identidad.

Los borregos de la propaganda correísta proyectan la imagen pacífica y amable de los animales de peluche, aunque la blanca y delicada piel de oveja no logre ocultar por completo al lobo que la ha utilizado para disfrazarse. “Ya falta poco”, amenaza este, mientras destroza periódicos a escondidas.

El voto por el correísmo, dijimos en un artículo anterior, es un voto mítico. Y la nueva propaganda electoral resalta el mito de un pasado feliz, y deja en segundo plano la figura de la candidata, que, definitivamente, no convence como pastora.

La propaganda correísta de los borregos ha dado mucho de qué hablar, y, por un breve momento, ha puesto al correísmo en el centro del debate público. No parece, sin embargo, que sirva para conseguir nuevas adhesiones a la candidatura de Luisa González (cuesta mucho recordar su nombre), sino, en el mejor de los casos, para unir un poco más a los convencidos y tratar de impedir la fuga de votos a otras candidaturas.

El público objetivo de la campaña correísta no son todos los votantes, sino los propios correístas. Y si bien la campaña puede hacer que estos se sientan lindos y adorables como los animalitos de peluche, ha fortalecido, al mismo tiempo, el sentimiento anticorreísta, pues los opositores de la Revolución Ciudadana, gracias a la nueva campaña, han confirmado su idea de que los principales valores del correísmo son la estupidez y la obediencia ciega.

Correa quiere borreguitos que se sientan orgullosos de serlo. Orgullosos de ser la propiedad de un niño que los abrace, los acaricie y los lance al techo, seguro de que si, en el descenso, se estrellan de cabeza contra el piso, no se van a quejar ni a decir “esta boca es mía”.

Los borregos de carne y hueso se dejan llevar dócilmente al matadero, y los de peluche se prestan, pasiva y silenciosamente, a que los hagan trapo. Borregos como funcionarios; borregos como ciudadanos; y perros que vuelvan al redil a los que se aparten, ese es el sueño de Correa. Un país estúpido y obediente es su siniestra utopía.

La candidata correísta Luisa González, en una foto difundida en su cuenta de Twitter, el 27 de junio de 2023.

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