Los ayatolas criollos están de regreso

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Así como los iraníes se valieron de las creencias religiosas para lograr que Irán de un inmenso paso hacia atrás en términos culturales y sociales, los populistas plantean al pueblo otra mentira igualmente atractiva.

La de la reivindicación social.

La de la distribución equitativa de la riqueza. Omiten por supuesto explicar como lo lograrán.

Insultan a los ricos para amedrentarles, chantajearles y arrinconarles para que sigan engrosando las arcas del Estado, la entidad más rica del País.

Una vez que han logrado desprestigiar y satanizar a los empresarios, empiezan a otorgar bonos y prebendas para todos en una proporción inversamente proporcional a la lógica productiva.

En un primer momento, el dinero fluye y mejora las condiciones de vida de los más pobres, pero erosiona la pirámide productiva, que empieza a desmoronarse.

El siguiente paso son las expropiaciones, sabiamente administradas para dar la ilusión del transvase. Es el auto engaño el que prevalece por décadas hasta que el País se mira a si mismo más pobre, más encerrado y más ignorante.

No hay país que se haya abierto al mundo que se haya empobrecido.

Hay muchos, en cambio, cuyo encierro voluntario los ha vuelto más pobres y atrasados.

Pero los populistas esconden esas realidades con grandes soliloquios sobre la soberanía, la patria grande y otras frases vacías similares.

Nada mejor que la generalización para encubrir la realidad que no desean aceptar.

¡Ojo con los cantos de sirena!

Una imagen del fallecido presidente Hugo Chávez cubre una pared en Caracas, Venezuela, el miércoles 4 de marzo de 2015. A dos años de su fallecimiento, Chávez sigue generando posiciones encontradas entre los venezolanos, sumidos en una profunda crisis económica que por primera vez en 16 años ha puesto al chavismo ante el riesgo de una derrota electoral. (Foto AP/Ariana Cubillos)

Más relacionadas