¡Y el ganador es…!

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Lamento decepcionar al público, pero no hubo un ganador.

Especialmente porqué no se trataba de un match de boxeo ni de una competencia deportiva, sino de un careo entre dos formas de mirar la situación actual del País, así que cualquier diálogo, enfrentamiento o conversación será siempre insuficiente.

Hubo, eso sí, algunos momentos de lucidez a cargo de cada uno de los candidatos, como también fallas, titubeos y sobrevuelos.

Nada sobresaliente ni sorpresivo para motivar a un electorado ávido de frases de efecto, actitudes castigadoras y ponencias definitivas.

Pero eso es lo qué hay.

Es por lo tanto imperativo leer entre líneas a ambos candidatos para comprender.

El primer tema es que ambos van a gobernar al mismo país, en caso de ser elegidos.

Un país con déficits serios en varias áreas, que se vienen arrastrando desde hace varios años. La diferencia está entonces en como percibir sus planteamientos.

Luisa, reinventada luego de su viaje a México, se mostró segura, demagoga y posesionada de su papel protagónico, según ella sin la sombra de Correone. Todos sabemos que eso solo durará hasta su posesión. Luego será obviamente desplazada porque los intereses en juego son demasiado fuertes.

Daniel inició nervioso, inseguro, sin fuerza para golpear primero en un tema que se pensaba favorable para sus intereses. Fue creciendo a medida que desarrollaba sus temas, para finalmente proponer algunas acciones interesantes.

Para Luisa, no hay que cambiar la Constitución ni es necesaria consulta alguna, pues todo está bien dentro de su visión estatal de la economía. Falló sin embargo al insistir en el uso de las reservas internacionales para tapar parte de los déficits provocados por ellos mismos y crear mayor caos en la economía a mediano plazo.

Daniel metió retro a su propuesta inicial y habló de esa apropiación indebida como una opción de última instancia. Que así sea.

Habló además de la necesidad de una consulta en los primeros tres meses, y de un decreto mensual para enderezar la economía.

Ninguno de los dos tuvo la valentía de decirle al País que a menos que se frene a raya el gasto o que se aumenten los ingresos, no hay crecimiento creíble y peor sostenible.

Al tenor de esta sencilla verdad, los demás ofrecimientos resultan deleznables.

Si el país no produce más, o al menos crea un entorno inmediato y amigable para lograr esa aumento productivo, todo lo demás es superfluo e inaplicable. Si no hay el dinero, no hay como crearlo en una economía dolarizada.

No se logrará progreso con el aumento de la burocracia. No se logrará progreso con proclamas demagógicas. Ese es un hecho incontrastable. No se podrá devolver la plata al IESS si no existe previamente dinero en las arcas fiscales. No se podrá otorgar seguridad ni educación a los ciudadanos sin recursos para invertir. Habrá eso sí mayor migración y escasez si se insiste en exigir y amplificar la acción de un estado sin recursos.

Es así de simple.

Mientras escuchaba a los candidatos, recordé una regla de oro de la política y de la vida :

Los “picos de oro” se presentan como sabelotodos y ejecutivos, pero fracasan con mucha frecuencia cuando tienen que cumplir sus ofertas, mientras los más preparados tienen dudas constantes en su camino al éxito, y aparecen más lentos y reflexivos.

Por lo demás, escucho y leo que el nivel del debate fue flojo, especialmente para todos aquellos que tienen sobrados méritos para dictar cátedra, pero que lamentablemente no cuentan con los votos.

Para el resto, masa silenciosa e intuitiva, significó una guía en el difícil camino de escoger la mejor alternativa para la democracia y el desarrollo.

En quince días sabremos los resultados.

Fotografía cedida por el Consejo Nacional Electoral de la candidata presidencial del movimiento Revolución Ciudadana, Luisa González (d), junto al candidato Daniel Noboa (i) durante el debate presidencial en las instalaciones de Ecuador TV, hoy en Quito.

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