Por qué odio las películas biográficas

Carlos José Jijón

Guayaquil, Ecuador

En unas semanas se estrena el nuevo filme de Ridley Scott basado en la vida de Napoleón Bonaparte y me pareció una buena oportunidad para hablar de las películas biográficas y por qué las odio.

En teoría, una cinta biográfica – es decir, un largometraje que intenta contar la vida de una persona famosa – suena como una gran idea. “Solo imagínatelo”, dice una persona hipotética. “Una película sobre este personaje puede ser increíble; ¡y este actor de moda hasta se le parece!” Eso sin mencionar todos los incentivos comerciales y el prestigio que viene con este tipo de proyectos. Es más fácil promocionar una película cuando se trata de alguien famoso y cualquier persona que tenga familiaridad con los premios Óscar sabe que, si quieres recibir una nominación como actor, interpretar a un personaje histórico es una de tus mejores apuestas.

Y todo eso suena muy bien, pero en la mayoría de los casos no resulta en una buena película. La vida de una persona puede funcionar muy bien en un libro, por ejemplo, porque estos pueden ser tan largos como el autor desee, pero los realizadores de un filme no tienen el mismo privilegio. Una película necesita estructura y la vida real, especialmente cuando estamos hablando de la vida entera de una persona, no tiene una. Es demasiado contenido para contar en 120 minutos. Se me vienen a la cabeza cintas como Rocketman sobre el cantante Elton John. Tiene buenas actuaciones y buena música, pero estamos tratando de contar la niñez, la adultez, la carrera artística, las relaciones, y las inseguridades de una persona a través de décadas. Es más de lo que mi mente puede procesar y, en la mayoría de los casos, es bastante aburrido.

Uno de los problemas con este género es que ver una escena famosa del mundo real recreada en el cine no es tan entretenido como suena. Si alguien dice “imagina a Joaquin Phoenix disfrazado de Napoleón dando un discurso” suena como una novelería interesante. Quizá sería divertido como un video de Youtube o un buen comercial, pero si lo estás viendo en medio de una película de tres horas (Napoleón de Ridley Scott dura más de dos horas y media), toda la novedad se pierde.

También hay que considerar que si la historia que estás contando es muy famosa, estás perdiendo un importante elemento de suspenso. “Wow, me pregunto si este joven pintor holandés llamado Vincent conseguirá el éxito comercial que hasta ahora lo elude”. En películas como Titanic que están basadas en historias reales pero tienen tramas ficticias, sabemos ciertas cosas básicas, pero el destino de los personajes es un misterio con el que podemos entretenernos. Cuando seguimos la vida de una persona que todo el mundo conoce el único suspenso viene de preguntarse cuánto tiempo falta para que pasemos a la siguiente parte conocida. 

Obviamente, esto no significa que no haya buenas películas biográficas. Pero en todos los casos que se me ocurren, estas cintas tienen que realizar un gran esfuerzo para hacer frente a las dificultades que les trae su género. 

Oppenheimer de Christopher Nolan es un buen ejemplo. En teoría es solo una película sobre la vida del científico Robert Oppenheimer, pero funciona porque el guión también está repleto de otros elementos que no son conocidos para la mayoría de la audiencia. Todos sabemos que Oppenheimer lideró el proyecto en el que se creó la bomba atómica, pero al menos yo no tenía idea de lo que le pasó después. Nolan estructura la película de manera que todavía hay misterio y tensión y sorpresas, con héroes, villanos y desarrollos inesperados. Es una película con una historia emocionante hecha para ser vista en el cine.

También me siento así acerca de cintas como Steve Jobs y The Social Network, escritas por Aaron Sorkin. En Steve Jobs, el guionista decide no contar toda la vida del personaje principal, sino concentrarse en unos pocos momentos que te ayudan a comprender quién es como ser humano. No es lo que se te viene a la mente cuando piensas en “película biográfica”, pero eso es lo que la hace tan memorable. The Social Network es sobre las personas que crearon la red social Facebook, pero en entrevistas Sorkin ha dejado claro que lo que le interesó del proyecto no era lo “relevante” del tema sino que se trataba de, en sus palabras, “una historia clásica de amistad, lealtad, traición, poder, celos y clase”. Y no sé, eso me suena a una buena película.

En el lado opuesto de esta conversación están películas como Elvis sobre la vida de Elvis Presley. El actor principal es muy bueno y el diseño de producción es muy bonito, pero se siente como ver una secuencia de eventos sin relación entre sí. Es como alguien que te enseña un álbum con las fotos de sus vacaciones… por tres horas. (O)

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