Una nueva exposición en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York (conocido como el Met) destaca el papel de África en el Imperio Bizantino (331-1435) y expone su influencia cultural y artística a través de mosaicos, textiles, vasijas y otras obras, muchas de ellas nunca o rara vez vistas en público.
‘Africa & Byzantium’ señala la diversidad étnica y religiosa de las grandes ciudades de la cuenca sur del Mediterráneo que durante siglos fueron focos de actividad en los imperios romano y bizantino -en lo que hoy son Egipto y varios países del norte de África-, de lo que se hizo eco hasta el filósofo y teólogo cristiano San Agustín de Hipona.
«Quién sabe ahora -dijo San Agustín a su congregación en Cartago (actual Túnez) en el 416- qué es cada quien en el Imperio Romano, ya que todos nos hemos convertido en romanos y todos nos llamamos romanos», recoge la muestra, que sigue la tendencia de revisar la historia y el arte en busca de elementos o razas «infrarrepresentados».
Entre los mosaicos norteafricanos que se pueden ver, uno de los mejor conservados es ‘Lady of Carthage’, fechado entre los siglos IV y V, con una mujer con atuendo militar que representa la «personificación» de esa ciudad, y otro del siglo II que muestra a hombres con distintos tonos de piel cargando enseres para un festín.
Se añaden, entre otras antigüedades, joyas de oro y perlas en las que los medallones lucen la imagen de emperadores bizantinos; cortinas con figuras de personas negras que transmiten ideas de «alegría y victoria», o una vasija de bronce con el rostro de un niño negro, motivo que «atestigua la diversidad» del mundo bizantino.
La muestra incide en cómo convivieron feligreses y congregaciones de distinta fe en la región africana durante esa época, y ejemplo de ello son las piezas procedentes de la sinagoga Hammam Lif, en lo que hoy es el sur de Túnez, de la que se rescataron mosaicos con símbolos judíos, como menoras.
También hay una galería entera con murales, manuscritos y paneles pintados de una pequeña iglesia en Etiopía -dedicada al santo egipcio Antonio- posterior a la caída del Imperio Bizantino, que mezcla motivos característicos del arte etíope con temas propios del arte medieval cristiano y bizantino.
El recorrido se completa con un regreso al mundo contemporáneo, en el que la artista Tsedaye Makkonen hace referencia al «persistente borrado histórico» de autores en el arte bizantino y africano, y dedica dos obras a recordar a figuras olvidadas de hoy, como las personas negras que emigran cruzando la selva del Darién, la frontera EE.UU.-México o el mar Mediterráneo. EFE (I)