Bogotá, Colombia
Sorprendió lo abultado del resultado en Argentina, donde el peronismo populista fue derrotado; pero realmente era de esperarse, pues en estos últimos 20 años los gobiernos corruptos de los Kirchner -Nestor y Cristina– y de su títere, el hoy presidente Alberto Fernández, quebraron a la Argentina, la empobrecieron y, lo peor, rasparon la olla, tanto, que hoy no hay de donde sacar para salvar el país y el nuevo mandatario tendrá que tomar unas decisiones que van a causar una tremenda crisis social los primeros años.
Lo que debemos aprender de este escenario es que puede pasar lo mismo en Colombia si permitimos que Gustavo Petro se salga con la suya. Es urgente entender lo que pasó en Argentina para ver hacia donde va Petro, con un agravante, que este país no tiene la riqueza exportadora de Argentina, que fue uno de los impuestos con los que financiaron el malgasto argentino y los subsidios impagables que les dieron 20 años de votos pero que acabaron con una crisis económica tal que el resultado fue la barrida del domingo pasado.
Tres son las fuentes de financiación que utilizó el populismo peronista en estos 20 años: la primera fue la deuda, que pasó de cerca de 170 mil millones de dólares en el 2003, cuando llegó Néstor Kirchner al poder, a 403 mil millones en el 2023, con Alberto Fernández en la presidencia. Hoy Argentina no tiene como pagar esa deuda y refinanciarla va a ser casi imposible.
¿Y qué dejó ese endeudamiento? Nada. Más burocracia y más subsidios impagables, que les dieron votos, pero arruinaron una economía que, con 5 millones menos de ciudadanos, es el doble de grande que la economía colombiana.
Petro tiene poco margen para el aumento de la deuda, pero su errático manejo está volviendo mucho más costosa la financiación de la que hoy tiene Colombia. No se ha desbordado en el gasto, pero está buscando recursos por todos lados para hacer lo mismo que el peronismo argentino: aumentar la burocracia y los subsidios, es decir, votos para el 2026.
Como Colombia no tiene esa exportación argentina de alimentos que le dio un margen importante de financiación para ese gasto insostenible con el impuesto a la exportación, lo que Petro quiere hacer es tomar dos recursos que le pueden dar grandes dividendos políticos. El primero es el de la salud. Los 90 billones de pesos que quieren manejar no es para mejorar la salud, no les importa. No pagan el no pos y hoy buscan quebrar a las EPS. Esos billones los quieren para pagar subsidios en distintos sectores.
Ecopetrol es uno de los instrumentos, y el Departamento de Prosperidad Social (DPS), adscrito a la Presidencia y en manos de la ex secretaria privada de Petro Laura Saravia, es el otro. Saravia, rodeada de escándalos de corrupción durante la campaña y durante el Gobierno, ahora está incursa en un proceso judicial por ordenar la interceptación ilegal de teléfonos e interrogatorios sin el debido proceso a dos empleadas del servicio de su casa. Ese faro moral va a manejar billones de pesos, Dios mío.
Frente al DPS ya hay indicios de corrupción generalizada que se deben investigar; el programa Ingreso Solidario se va a convertir en el gran recipiente de esos dineros de la salud y de las pensiones, la otra fuente de financiación que buscan. Argentina ya despilfarró los ahorros de sus ciudadanos al nacionalizar las pensiones privadas lo que Petro quiere hacer en Colombia. Argentina malgastó esos recursos en subsidios y en burocracia y hoy, de esos ahorros que eran de los ciudadanos, no queda nada.
En Argentina el 51.3% de los ciudadanos reciben asistencia social directa; por eso se quebró el Gobierno. Petro quiere usar los 90 billones de la salud y los 350 billones de las pensiones para seguir ese camino. Claro, les da votos a corto plazo, pero quiebra la salud y el sector pensional del país. No les importa, y no les interesa que en 10 años no haya cómo pagar pensiones o que la salud vuelva a lo que era hace 35 años, un desastre. Votos hoy, ¿y mañana?, el futuro no importa. Así fue en Argentina.
¿Y Ecopetrol qué? Esa es la otra estrategia. Lo primero es convertir a Ecopetrol en empresa de energía. ¿Para qué? Para comprar las electrificadoras en problemas financieros, agudizados por la falta de pagos del Gobierno como lo han hecho con la salud, y luego utilizarlas para subsidiar el costo de los servicios públicos. Así malgastan el dinero, destruyen el sistema energético pero, eso sí, ganan votos, al bajarle el costo de la energía a los ciudadanos. No importa la sosteniblidad del sistema. Votos hoy, no importa que no haya luz mañana.
Es clarísimo el camino que quiere Petro. No importa que haya fracasado en Argentina, ni hablar de Venezuela, y eso que tenía petroleo al por mayor. Ese populismo utiliza la narrativa de inequidad que han creado para justificar la quiebra de sectores económicos y de servicios vitales para un país. Pan para hoy, pero hambre para mañana. La sostenibilidad no hace parte de la ecuación. Mientras generen dependencia que se traduzca en votos para su sector ideológico todo es válido.
Nos vimos en el espejo de Venezuela y ese ejemplo no nos alcanzó para evitar el desastre. Ahora que lo de Argentina nos muestra el futuro del país en 10 años, depende de todos evitar que lleguemos allí. Quedarnos quietos no es opción.