De puentes y tablas

Eduardo Peña Triviño

Guayaquil, Ecuador

Insisto en dos asuntos. Uno: Doy testimonio de lo que sigue porque cuando se empezó a construir el puente de la Unidad Nacional (Rafael Mendoza Avilés), quien eso escribe era funcionario de la compañía que aseguró su construcción con una póliza Contra Todo Riesgo de Contratistas, que no se conocía en el Ecuador.

Tuvimos que copiar y traducir una póliza inglesa y adecuarla a la legislación ecuatoriana. Esa póliza cubría la obra y también el equipo del contratista en el que se incluían los lanchones en que instalaron los martinetes para clavar los pilotes en el lecho del río.

Quien contrató el seguro fue su propietario, el Comité Ejecutivo de Vialidad del Guayas, institución creada por don Carlos Julio Arosemena Tola para construir carreteras y caminos en la provincia. El Comité no solo trabajó para Guayas sin también para las provincias vecinas. Fue el seguro más grande que se  contrató en el país y su vigencia duró todo el período de construcción.

La obra  estuvo a cargo de un consorcio de firmas italianas, COFIT, y su costo se pagó con peaje. La concesión fue por diez años, pero se canceló en solo siete. Pasó al Comité de Vialidad y éste con todos sus haberes y obligaciones fue transferido en 1970 al Consejo Provincial del Guayas, en un convenio político entre el dictador Velasco Ibarra y don Asaad Bucaram, elegido Prefecto.

El diseño del puente, airoso con su conjunto de pilas y vigas, con reminiscencias a las obras de la Roma antigua, es de los profesores Morandi, y Recchi. Ha resistido terremotos y el intenso y no previsto tránsito y ha permitido el desarrollo de Daule y Samborondón.

El quinto puente es también vital para facilitar el tránsito que viene de las provincias de la Sierra Central y Sur. Una autopista que conecta directamente el Puerto Marítimo con la Durán Boliche hará el tránsito más directo, económico y fluido para todo el sistema vial, incluyendo la vía Perimetral. Hay que evitar que la construcción caiga en manos inadecuadas y tal vez el presidente pueda encargarla a un Comité de técnicos honestos como se hizo con la Autoridad Portuaria de Guayaquil.

Dos: La tabla de consumo de drogas contiene  una aporía. Si se autoriza el consumo de drogas en pequeñas cantidades, se autoriza también su producción y distribución. Esos gramos multiplicados por miles de consumidores dan un total que genera un buen negocio.

El consumo no puede ser tipificado como delito, pero sí lo están su producción y venta. Se demuestra la contradicción no solo en la lógica del razonamiento sino también en la vida. Lo único que cabe es intensificar la educación de los niños y jóvenes para evitar que caigan en el vicio y multiplicar los centros de salud para curar a los drogadictos.

Pienso que hay mucho de verdad en la afirmación de que la adicción es una enfermedad que puede ser curada con los tratamientos adecuados en centros del Estado, como un asunto de salud pública. Es necesario evitar que los enfermos sean llevados a esos tugurios insalubres que aparecen de vez en cuando en la televisión. 

Este negocio más el de exportación produce el incesante aumento de la criminalidad.

Quinto puente.

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