La rectora de la prestigiosa Universidad de Pensilvania, Liz Magill, presentó este sábado la renuncia a su puesto tras la indignación que ha despertado en los últimos días su testimonio ante el Congreso sobre el antisemitismo en el campus, que despertó críticas de la propia Casa Blanca.
«La presidenta Liz Magill ha presentado voluntariamente su renuncia como presidenta de la Universidad de Pensilvania», apuntó en un comunicado Scott L. Bok, presidente de la Junta Directiva del centro educativo de élite, quien afirmó que Magill se equivocó durante su «desastroso testimonio».
La semana pasada, apuntó, «la expresidenta Liz Magill cometió un paso en falso muy desafortunado, consistente con el de dos líderes universitarios que estaban sentados junto a ella, después de cinco horas de interrogatorio agresivo ante un comité del Congreso», afirmó.
Tras esto, «quedó claro que su posición ya no era sostenible, y ella y yo decidimos al mismo tiempo que era hora de que ella se fuera», agregó Bok, quien también presentó hoy su dimisión.
El pasado día 5, las rectoras del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Universidad de Harvard y la Universidad de Pensilvania (UPenn) participaron en el Congreso en una audiencia titulada ‘Responsabilizar a los líderes universitarios y confrontar el antisemitismo’.
Los tres centros educativos pertenecen a la Ivy League, que forman las ocho universidades privadas de investigación más prestigiosas del noreste de Estados Unidos.
A una pregunta de la legisladora Elise Stefanik, republicana por Nueva York, sobre si «llamar al genocidio de judíos viola las reglas o el código de conducta de Penn», Magill se negó a decir claramente que los cánticos antisemitas y los llamamientos al genocidio del pueblo judío violan el código de conducta de la escuela.
«Si el discurso se convierte en conducta, puede ser acoso. Sí», respondió Magill y añadió que «es una decisión que depende del contexto».
Además de numerosas críticas, hasta de la propia Casa Blanca, la actitud de Magill provocó que el principal donante, el empresario Ross Stevens, rescindiera una donación de 100 millones de dólares a la escuela en protesta por el manejo del antisemitismo en el campus por parte de la universidad y su liderazgo.
La presidenta de Harvard, Claudine Gay, respondió al cuestionamiento de Stefanik en términos similares y dijo que cuando «el discurso se convierte en conducta, eso viola nuestras políticas».
La presidenta del MIT, Sally Kornbluth, dijo que no había oído hablar de estudiantes en su campus que pidieran el genocidio de judíos, y añadió que esa retórica sería «investigada como acoso si es generalizada y grave».
A través de un vídeo publicado en redes sociales, Magill se justificó y condenó los llamamientos al genocidio del pueblo judío.
«No me centré, pero debería haberlo hecho, en el hecho irrefutable de que un llamado al genocidio del pueblo judío es un llamado a algunas de las violencias más terribles que los seres humanos pueden perpetrar», afirmó en una respuesta que no ha sido suficiente. EFE