El asesinato de dos ingenieros, cuyos cuerpos fueron desmembrados, quemados y encontrados en la cooperativa Balerio Estacio, noroeste de Guayaquil, ha producido indignación y preocupación en el país. Ellos se encontraban supervisando una obra municipal.
El 22 de febrero, el incendio de un auto en la maleza y cerca de un solar con una vivienda destruida de este sector alertó a la Policía y Bomberos. Al pagar las llamas descubrieron que en su interior se hallaban doce restos humanos de dos personas.
Tras la investigación se descubrió que las víctimas eran dos ingenieros que se hallaban fiscalizando a una contratista municipal a cargo de aceras y bordillos en Flor de Bastión. Uno de ellos fue reconocido como Kenny Steven Pinto Castillo, de 27 años.
Sus familiares, en rueda de prensa el 1 de marzo del 2024, revelaron sucesos preocupantes. De acuerdo con su testimonio, los dos ingenieros fueron raptados horas antes del brutal crimen en lo que sería un caso de extorsión a las constructoras. Incluso, Kenny habría mandado un mensaje alertando de la situación.
Desde el 21 de febrero, su mamá recibió varias llamadas de números desconocidos, pero también del teléfono de su hijo. En estas comunicaciones, le pedían el pago de 50 000 dólares para soltarlos. Así mismo, se comunicaron con sus compañeros y mandaron una foto del ingeniero golpeado.
«Que alguien pague, que alguien me envié el dinero o me voy a morir», se oye decir a Kenny en un audio difundido por sus familiares.
De manera preliminar, se sabe que la empresa para la que trabajaban estaba siendo extorsionada. Y por ello, la defensa de la familia del ingeniero de 27 años dice que hubo responsabilidad de omisión por las empresas y el Municipio, al no proveer de seguridad antes estos sucesos.
También, el abogado comentó que la empresa estaría negando la situación y atribuyó este doble crimen a un supuesto hallazgo de una ‘caleta’ durante la obra. «Se habla de millones de dólares que pertenecían a un grupo de delincuentes», agregó.
Según Ecuavisa, este suceso se sigue investigando, mientras sus familiares piden justicia. «Es horrible. No se imaginan. Mi hijo es ingeniero, no es un delincuente», comentó entre lágrimas su madres, durante la rueda de prensa.
Hasta este 4 de marzo del 2024, el Municipio de Guayaquil ni la empresa en la que laboraban ha emitido un pronunciamiento sobre este suceso.