
Licenciado en Ciencias Políticas. Máster en Conflicto y Seguridad Internacional, University of Kent.
La fallida transferencia de armas ecuatorianas de origen soviético y de Europa Oriental de hace tres semanas, que el presidente Daniel Noboa denominó “chatarra” y que serían aparentemente enviadas a Ucrania, bien podría haber sido otro caso más de pobre manejo y comunicación políticos propio del anterior gobierno de Guillermo Lasso. La excesiva publicidad de un tema tan sensible, que no cayó nada bien en Moscú y que pudo manejarse de forma mucho más discreta mediante negación plausible, si se hace de abogado del diablo, terminó siendo potencialmente un tiro en el pie para la imagen y credibilidad internacionales del Ecuador.
Sobre esto último vale recordar que, curiosa y a la vez gravemente, nuestro país hoy ocupa la presidencia temporal del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El anuncio eventualmente llevó a que el Kremlin efectuara advertencias de que dicha transferencia violaría acuerdos de cooperación militar entre Ecuador y que afectarían a la relación bilateral. Posteriormente, tras una condena del Kremlin, y sin haberse confirmado plenamente que el trato se concretaría o si ya se estaba ejecutando, Moscú tomó (pese a negarlo) una aparente retaliación preventiva por el anuncio en la forma de supuestas medidas fitosanitarias contra el banano ecuatoriano.
Rusia es el segundo mayor comprador después de la Unión Europea y a donde va más del 20% del banano nacional, entre otras exportaciones no petroleras como camarón, café y flores.
Hoy la crisis con Rusia parece ser un tema superado tras la reunión que siguió a la polémica, entre el Presidente, la Canciller Gabriela Sommerfeld y el embajador ruso Vladimir Sprinchian. El diplomático expresó su confianza de que Ecuador no enviaría las armas y que el país mantendría su neutralidad. Simultáneamente, las exportaciones ecuatorianas volvían a fluir a territorio ruso tras gestiones de Cancillería para levantar el veto ruso. Sin embargo, las repercusiones sobre la retractada decisión del Presidente Noboa no deben ser tomadas ligeramente. De haberse concretado los envíos, si es que no se dieron, esto habría implicado que Noboa hiciera que el Ecuador, para todo efecto práctico y de forma no muy subrepticia, tome bando en un conflicto extraregional.
Sin embargo, ayudar a Ucrania, así sea indirecta o subrepticiamente, iría en conflicto abierto con nuestra política exterior, específicamente detalladas en las cláusulas expresamente pacifistas de nuestra Constitución. Esto sin detrimento de toda condena válida y legítima al régimen de Vladimir Putin por su brutal accionar en dicho país. Sin embargo, el artículo 416 de nuestra Carta Magna, en sus primeros cuatro incisos proclama, como norma de nuestra política exterior, la “convivencia pacífica” de los estados, así como propugna “la solución pacífica de las controversias y los conflictos internacionales, y rechaza la amenaza o el uso de la fuerza para resolverlos.”
El 416 también “condena la injerencia de los Estados en los asuntos internos de otros Estados, y cualquier forma de intervención, sea incursión armada, agresión, ocupación o bloqueo económico o militar. Y, por último, la transferencia evidentemente viola la promoción de “la paz y el desarme universal.” Por tanto, es sorpresivo y revelador lo que dice esta decisión sobre las evidentes contradicciones de la política exterior ecuatoriana, el posible desconocimiento de la ley suprema (nos guste o no) en el Gobierno y/o el Presidente.
Tampoco habla bien sobre la coordinación (o posible descoordinación) entre los tomadores de decisiones de política exterior en Carondelet y Cancillería.
En esta línea, las propias actuaciones y declaraciones del Presidente Noboa son bastante observables en este fiasco. Dos meses antes, el 20 de diciembre, Noboa y el embajador ruso, Vladimir Sprinchian, se habían reunido y habían afirmado “la disposición de los dos países a ampliar la cooperación mutuamente beneficiosa.” Anteriormente, el día de la posesión de Noboa, el 23 de noviembre pasado, Sprinchian había manifestado su aspiración a renovar la cooperación y la relación, “congelada” con el gobierno de Guillermo Lasso tras la condena de este a la invasión rusa en febrero de 2022.
Sin embargo, más allá de legítimos argumentos morales y condenas fuertes a Rusia por su accionar en Ucrania, la posterior fallida gestión del Gobierno de Noboa pudo ponernos en curso de colisión con Rusia, poniendo en tela de duda nuestra credibilidad internacional e involucrado al Ecuador en un conflicto totalmente ajeno a nuestra ya existente problemática de seguridad.
Otro aspecto criticable del manejo del fallido acuerdo son la aparente ingenuidad y desconocimiento sobre la naturaleza y futuro de la llamada “chatarra.” Estos equipos habrían sido enviados a Ucrania vía EE. UU y, pese a que según el Gobierno ya no tendría uso ni es posible darles mantenimiento debido a problemas relativos a la guerra en ese país, el armamento no habría permanecido en tal estado por mucho tiempo.
Esto debido a que Ucrania, al haber sido parte importante de la extinta URSS, no solo sabe cómo operar dicho armamento pero posee el conocimiento técnico entre su personal militar e industria para poder reparar. También sabe incluso como modernizar y mejorar, los sistemas de armas de origen soviético que ya tenía, para ponerlos en combate lo antes posible contra las fuerzas de Moscú, atrincheradas en el este del país. De hecho, fue público y notorio en 2022 como Ucrania se apoderó, reparó y rápidamente puso en servicio varios equipos, notablemente tanques y vehículos blindados de combate, entre otros equipos abandonados por tropas rusas o dañados en combate.
En otra línea, las recientes explicaciones del Presidente en CNN para justificar la cancelación del acuerdo con EE.UU, más allá de ser poco convincentes, echan luz sobre los orígenes del fallido acuerdo. Sobre esto, Noboa afirmó que “no sabía” que EE. UU, nuevamente nuestro gran aliado desde Lenín Moreno, tenía la intención, anunciada posteriormente, de “triangular” dicho armamento fuera de servicio hacia Kyiv. Esto pese a que el subsecretario adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, Kevin Sullivan, dijo a Teleamazonas que la transferencia era una “decisión de Ecuador,” lo que implicaría que en el Gobierno se habría tenido conocimiento de dicha intención.
¿Un trato anunciado?
En la misma entrevista, Noboa también reconoció que dicho acuerdo de transferencia a EE. UU se había firmado en el gobierno de Guillermo Lasso. De hecho, existían indicios desde inicios de 2023 sobre la posibilidad que Ecuador transfiriera estos materiales bélicos. Entonces, el New York Times filtró reportes de inteligencia estadounidense que afirmaban que, frente al interés de la administración Biden, el Gobierno de Guillermo Lasso estaba dispuesto a donar dos helicópteros Mi-17, pero entonces Cancillería negó la intención y el asunto no trascendió. Esto se dio como parte de los casi fallidos intentos regionales de EE. UU de convencer a países latinoamericanos (Argentina, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil y México) que usan equipos militares, aeronáuticos o armamento de origen ruso, o del antiguo Pacto de Varsovia (PdV), de entregar sus arsenales o equipos a Ucrania a cambio de equipos norteamericanos más modernos.
Todo lo anterior fue parte de un plan de EE.UU., inspirado en un mecanismo similar usado por Alemania en Europa desde 2022 para conseguir armas para Ucrania mediante lo que se ha denominado un “trueque” o “intercambio circular,” según explica David Axe para Forbes. Esto se realiza mediante la entrega de antiguas armas y equipos soviéticos o de varios países de la UE, casi todos exmiembros del PdV (menos Grecia), y su reemplazo con equipos modernos estadounidenses o europeos (ej. tanques, blindados, etc.).
En el formato estadounidense para América Latina, el trato con Ecuador involucró un prometido paquete de armas y equipos militares de hasta 200 millones de dólares. Dicho acuerdo estaría hoy cancelado tras la retractación ecuatoriana frente la presión económica rusa.
Las razones de estos trueques son varias entre Europa y EE.UU. En el primer caso ha sido la dificultad de la Unión Europea de acordar ayuda financiera y militar a Ucrania, así como dificultades de la propia industria de defensa europea para entregar, en el menor plazo posible, equipos y armamento necesitado para reemplazar el stock que se va a (y se daña o destruye en) Ucrania, notablemente obuses de 155 milímetros de artillería pesada que son usados masivamente cada día por rusos y ucranianos.
EE.UU. también enfrenta desafíos similares en su industria, pero, adicionalmente, según David Axe, y ante la posibilidad del regreso a la Casa Blanca de un Donald Trump hostil a Ucrania y al OTAN, “este apoyo indirecto de Estados Unidos a Ucrania a través de intercambios circulares es necesario porque, a partir de octubre, los republicanos en el Congreso de Estados Unidos dejaron en claro que probablemente nunca aprobarán ayuda militar directa adicional a Ucrania.”
Un trueque con preocupantes implicaciones
En última instancia, las posibles implicaciones para las relaciones ruso-ecuatorianas son muy preocupantes más allá de las que pudo tener, y de hecho tuvo brevemente, en el tema comercial frente al bloqueo ruso. En esta línea, es muy difícil concebir la posibilidad de que Rusia declare la guerra a Ecuador, o que nos invada o lance un ataque atómico. Sin embargo, el Kremlin pudo haber usado sus esfuerzos no militares, subrepticios y político-mediáticos para apuntar a nuestro país y erosionar, desde la distancia, la endeble democracia ecuatoriana por medio de su principal aliado en el país: el correísmo.
Como se expuso anteriormente, el expresidente Correa, hoy prófugo de la justicia, y su movimiento propugnaron fuertemente las relaciones con Rusia durante una década. En ese tiempo apoyaron varias tesis críticas para la política exterior rusas como responsabilizar a Occidente de la crisis en Ucrania y apoyar diplomática y políticamente a los brutales regímenes pro-rusos de Siria y Bielorrusia. Hoy en día, Correa ostenta un trabajo a tiempo completo como de facto relacionista público ruso en su recurrente rol de entrevistador en RT (antes Russia Today), uno de los principales medios de la propaganda estatal rusa en el mundo y particularmente en Latinoamérica.
En dicho medio Correa ha cumplido el papel preferido por Moscú: atacar al Occidente liberal, con particular énfasis la alianza transatlántica de la OTAN y a EE.UU., mediante entrevistas a varios personajes latinoamericanos y del mundo, usualmente de izquierda radical y no pocas veces militantemente antioccidentales, iliberales o antidemocráticos, incluyendo líderes de regímenes autoritarios como Evo Morales (Bolivia), Nicolás Maduro (Venezuela) y Mahmmoud Ahmadinejad (Irán), y de grupos militantes terroristas como Hassan Nasralá de Hezbolá.
Dicho medio también otorga frecuente espacio a Correa para seguir interfiriendo en la política ecuatoriana desde su exilio (o fuga), pese a su condena y orden de prisión. Tal fue el caso en las recientes elecciones, por ejemplo. Sin embargo, personajes como Correa son, en última instancia, apenas un engranaje en el rol de la propaganda y la desinformación rusas para desestabilizar la región, especialmente a países alineados con EE.UU., el cual es un tema estudiado notable y ampliamente en un reciente reporte del Instituto Estadounidense para la Paz.
Conclusión
Para concluir, entonces, las implicaciones de lo que habría significado la transferencia de las armas para el Ecuador son bastante preocupantes por lo que dicen en muchos aspectos. Recapitulando, primero no hablan muy bien sobre la comunicación y el manejo políticos en el Gobierno, en especial dados los dichos y acciones del Presidente Noboa. Tampoco dan una buena imagen sobre el entendimiento o coordinación entre los hacedores y tomadores de decisión, no solo en Cancillería, que tuvo que salvar los muebles frente al descontento y reacción rusos, pero también en Carondelet e incluso en el Ministerio de Defensa, que es el que maneja el armamento de la polémica.
El fiasco tampoco da una buena impresión sobre el conocimiento de la ley y de las disposiciones constitucionales en materia de nuestra política exterior pacifista, exponiéndonos a tomar bando en un conflicto que habría dañado nuestra imagen en la ONU, donde Ecuador ostenta la presidencia temporal del Consejo de Seguridad.
Finalmente son preocupantes en el plano más propiamente político de nuestro país porque, de haberse enemistado Rusia con Ecuador, Moscú podría haber amplificado su apoyo a un movimiento antidemocrático y probadamente autoritario, cuyo líder proruso, deseoso de impunidad y de regresar al ejercer el poder autoritario, podrá volver servir sus intereses.
Finalmente, y más allá de como la transferencia de las armas habría empoderado aún más al correísmo y a su líder prorruso para seguir desestabilizando el Ecuador, es verdad que esta medida debe causar preocupación por lo que habría implica para el agravamiento de un conflicto entre países de grandes dimensiones y, con este, a la seguridad internacional. Sin embargo, explicar las implicaciones es materia para otra entrega.
