Historieta explora la figura de Céleste Albaret, quien inspiró a Proust

La historietista francesa Chloé Cruchaudet rescata en el cómic ‘Céleste y Proust’ la figura de Céleste Albaret, la mujer que, además de cuidar al escritor en sus últimos nueve años de vida, fue su «inspiración» y la encargada de que el autor de ‘En busca del tiempo perdido’ pudiera finalizar su obra.

Según cuenta a EFE Cruchaudet (Lyon, 1976) la figura de Albaret era «desconocida» para ella, pero un día escuchó en una entrevista radiofónica la voz de una mujer que le «intrigó muchísimo» porque era una «dama que venía de un entorno bastante popular, campesino, pero tenía un nivel del idioma muy poético, muy bello».

Una persona que recordaba a su «querido Marcel Proust«.

Y así fue como apareció en su vida el personaje de este cómic (Lumen) que arranca con una Céleste de 23 años, una joven que llegó para servir a Proust hasta sus últimos días de vida (1922), nueve años en los que «consiguió dominar» a este autor poliédrico y de difícil carácter.

«Compartían los dos un sentido del humor, un gusto por la belleza, por las cosas. A pesar del medio social tan distinto del que venían, había una especie de alquimia entre los dos, una especie de conocimiento mutuo especial», cuenta la autora de otros cómics como «Degenerado».

Pero la relación entre ambos fue mucho más allá ya que, como se desprende de estas páginas, Céleste ayudó a Proust a «terminar su obra» y se convirtió en la «guardiana» de los archivos del autor francés.

«Lo que hacía era organizar y simplificar al autor los rollos de papel de un metro de largo en los que escribía (…) Le ayudaba con este sistema que utilizaba, pero al final también tenía un sentido de la narración y tenía un don literario para ayudarle con el lenguaje», matiza.

Lo fue porque fue la inventora de las famosas ‘paperolles’ -los añadidos que hacía a los manuscritos- que hicieron algo más fáciles a su editor, Gallimard, la incorporación de las infinitas correcciones que Proust hacía de su obra.

Así que pasó de gobernanta de su casa a esa persona que le hizo «fácil» la vida a Proust, ya que también se encargó de filtrar sus visitas, manejar su correspondencia y, en ocasiones, incluso contribuyó a su proceso creativo al proporcionar recuerdos y detalles de la vida cotidiana que el autor incorporaría a su literatura.

«Una mina de oro», según califica Cruchaudet esta historia, que muestra «personajes apasionantes» entre los que hay «una tensión constante» muy alejada del amor porque la relación laboral entre ambos siempre estuvo clara.

«Si Proust no se hubiera muerto y la relación hubiera durado más, creo que hubiera hecho más correcciones de ‘En busca del tiempo perdido’ -dice entre risas- y la hubiera vuelto loca».

Con este cómic se pone de manifiesto también cómo el noveno arte se está encargando de rescatar a figuras femeninas que pudieron ser referentes mucho antes, según la autora.

«Hay muchas mujeres en las sombras que están detrás de grandes creadores y es algo que me molesta, me revuelve. Me revuelve las tripas que no sean conocidas, que no haya luz sobre ellas (…) no puedo hacer otra cosa que intentar contribuir a poner en valor a mujeres como Céleste, que tenían muchísimos talentos pero que tuvieron que ganarse la vida para sobrevivir y por eso se quedaron en la sombra», asevera. EFE (I)

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