Daiara Tukano, artista indígena: Los problemas de los pueblos originarios son «los mismos que hace 500 años»

La artista y activista indígena brasileña Daiara Tukano posa durante una entrevista con EFE en Madrid, previa a su participación en el ciclo Mujeres contra la impunidad 2024, de la Asociación de Mujeres de Guatemala (AMG) en la Casa Encendida. EFE/ Macarena Soto

La artista y activista indígena brasileña Daiara Tukano asegura que los problemas de los pueblos indígenas en América Latina son «los mismos que hace 500 años» causó el colonialismo y cree que el mundo atraviesa «una crisis existencial» en la que «debemos reconstruirnos y distanciarnos de lo que no nos sirve».

En una entrevista con EFE en Madrid previa a su participación en el ciclo Mujeres contra la impunidad 2024, de la Asociación de Mujeres de Guatemala (AMG) en la Casa Encendida, Tukano (artista visual y máster en Derechos Humanos por la Universidad de Brasilia) opina que los mayores problemas que enfrentan los indígenas son «el genocidio y la violencia».

Esta brasileña miembro del pueblo Yepá Mahsã, más conocido como Tukano, insiste en que el colonialismo provoca «la negación del territorio y de la identidad» y «la dificultad de acceso a los derechos civiles, a las políticas públicas, y al reconocimiento de su dignidad humana, de su libertad, de su autonomía».

«No solo en el sentido de pertenencia» sino de «pensamiento, de su ciencia, de su tecnología, de su potencia, de su capacidad de ser como cualquier otra persona, como cualquier otro pueblo y de tener también sus territorios, sean los materiales y los inmateriales».

Violencia constante

A su juicio, los pueblos indígenas viven «acosados, invadidos y violentados constantemente» así como «negados desde el territorio físico de la tierra indígena, que es invadida por las mineras, los madereros, los traficantes o los ganaderos y otros tipos de comerciantes o traficantes».

En esa línea, también critica que desde la ciencia, la universidad e incluso el arte, estos pueblos sean «subyugados y disminuidos».

«Son muchos retos los que afrontamos, pero también somos pueblos tan fuertes, tan insistentes y tan resistentes, que a pesar de esta antigua sentencia de muerte firmada por el proceso colonial, que decía que íbamos a desaparecer y nos intentaron matar a los millones, continuamos vivos», remacha.

«Se construyen derechos por cuenta propia -dice-, porque todos los derechos, todas las leyes, todo lo que tenemos hoy, lo tenemos por nuestra lucha, por comprender que sí somos humanos, que podemos ser ciudadanos, científicos, políticos, pensadores… capaces de hacer cualquier cosa que queramos y hacer ese ejercicio de nuestra capacidad de construir democracia y civilización juntos».

Sobreviviendo

Tukano, defensora del derecho a la memoria y a la verdad de los pueblos indígenas, subraya que sobreviven a estas violencias «viviendo, siendo y conectándose a la capacidad de vivir».

«Ese es el poder de la cultura, de nuestra conexión, nuestra pertenencia y nuestra comprensión de que nosotros somos un sistema de mundo que es más amplio de lo que cabe en las cajitas del Occidente, por eso creo que resistimos, porque a pesar de toda esta historia, somos pueblos alegres, generosos, románticos, enamorados de vivir y dispuestos a compartir y a cultivar la vida donde estemos».

Esta artista reconoce que está «cansada del hablar del arte», un concepto «occidental, europeo» que no existe en su lengua indígena, según cuenta.

«El arte es una plataforma estratégica para construir y reforzar narrativas, identitarias, históricas, de poder, estéticas, de valores, y que aquello que Occidente llama de arte es un arte muy pernicioso que construyó para poder llamarse a sí mismo de Occidente, de civilizatorio, futurista o refinado», insiste.

Cuando estudió en la universidad se dio cuenta de que los cuerpos indígenas «siempre son representados de dos maneras, o muertos o arrodillados en la frente de una cruz».

«O sea, para el arte, el indio bueno, o está muerto o está de rodillas, pero nunca va a estar encima del caballo o va a ser el héroe, el salvador o el símbolo de la nación», analiza.

Por ello, invita a ir un paso más allá: «con otros abordajes, otras miradas y otras narrativas, en mi generación mucha gente ha comprendido eso, la importancia política e histórica del arte y de poder hacer arte para hacer otras políticas para poder posibilitar la transformación y poder hablar de las violencias». EFE (I)

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