
Bogotá, Colombia
China es hoy un gigante económico que extiende su poder a través del mundo. Fue históricamente un imperio y ahora, poco a poco, lo vuelve a ser. Entender cómo opera, cuál es la ventaja en lo que ofrece y cuáles son los riesgos de hacer negocios con China debe ser parte de una discusión pública que hoy en la región no se da. Los riesgos son inmensos y las naciones y los dirigentes de la región deben entender en lo que se embarcan cuando se entregan a China, como Maduro, negocian tratados de libre comercio o le ofrecen negocios e infraestructura a empresas chinas.
A qué viene este tema. Hay muchas razones, pero una de ellas muestra hasta dónde puede llegar el gobierno chino para controlar y presionar a sus ciudadanos, incluso en el exterior, utilizarlos como espías y, de paso, violar la soberanía de manera descarada. Hace unos meses, investigadores ecuatorianos revelaron una estación secreta, e ilegal, de la policía china en Quito.
Hay 110 de estas estructuras policiales ilegales en 53 países, según la organización pro democracia Safeguard Defenders, que publicó un informe, el pasado mes septiembre, que se llama 110 Overseas. Estas policías se encubren en una oficina que ayuda a los migrantes chinos pero que tiene otro trabajo: amenazar y callar a los expatriados que están en desacuerdo con las políticas del gobierno Chino.
Este ejemplo muestra una característica del gobierno chino, su desapego por las reglas de occidente, que no solo incumple en esta materia de relaciones exteriores sino también en el tema económico. China no es una economía de mercado y venderle a China cualquier cosa que ellos produzcan o no necesiten es imposible. El libre comercio con China es un “espejismo”, me decía un exembajador mexicano en Estados Unidos.
Su política imperial no solo los ha llevado a tener estaciones secretas de su Policía en muchos países, entre ellos Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia y Panamá, según esta organización (sorprende, eso sí, que no las hayan investigado y desmontado, si aún operan); además, China hoy tiene una base satelital en Neuquén, Argentina, donde nadie entra; es territorio chino y a nadie le cabe la menor duda de que su principal objetivo es militar y, seguramente, de espionaje.
Muchos otros ejemplos problemáticos se pueden constatar de la presencia de China en nuestro continente. Uno inmenso, prestarle 60 mil millones a Venezuela, que se robaron los líderes de ese país, muchas veces con los empresarios chinos como cómplices. Dos, construir una represa de energía en Ecuador, presupuestada en US 700 millones que acabó costando cerca de 3 mil, la cual, obviamente, deben los ecuatorianos, para solucionar los problemas de energía; no solo tuvo sobrecostos, tiene graves problemas estructurales y ambientales y no resolvió el problema energético del país. El responsable: Rafael Correa.
La estrecha relación con Nicaragua muestra, además, un patrón de apoyo a las dictaduras, que le abren sus puertas, se endeudan a costos impagables y acaban generando una crisis de deuda como la que tienen hoy Ecuador, Argentina o Zambia, en Africa, donde los chinos construyeron unas vías por las que nadie viaja y un aeropuerto que no tiene pasajeros.
Finalmente, y hay muchos ejemplos de esta corrupción, está el enfrentamiento con Estados Unidos. Claro, infortunadamente este país es poco lo que ha hecho para enfrentar a China en nuestra región, en términos comerciales y de inversión, pero lo que sí tienen claro es que deben desligar su economía de la de China. Viene un momento de aislacionismo, en el cual las barreras comerciales van tener un componente político muy claro en relación con China, y México, que hoy vive un boom de negocios con ese país asiático, va a enfrentar muchos problemas.
En un año la industria automotriz china se comió el 20 por ciento del mercado automotor en México, y es apenas un ejemplo de lo que otras industrias mexicanas van a enfrentar. Ya hay una disputa comercial por el acero y en el 2025 se renegocia el TMEC. Mexico tiene que caminar con mucho cuidado, pues los chinos quieren entrar al mercado estadounidense por la puerta de atrás. Quien caiga en esta trampa mas temprano que tarde va a sufrir esas consecuencias.
China está para quedarse, y occidente tiene que entender que en el mundo de hoy debe proponer alternativas reales para fomentar el comercio y el crecimiento económico en los países democráticos. Occidente debe pasar del ‘near shoring’ al ‘allied shoring’; es decir, de la reubicación cercana de industrias y empresas, sin tener en cuenta quién y dónde -el near-, a hacer lo mismo, pero en países aliados, con la misma tradición democrática de occidente.
Por ahora, China tiene la ventaja de ser un país autocrático que hace pocas preguntas para prestar e invertir, pero exige a la hora de pedir pagos y reciprocidades económicas, además de apoyos internacionales en organizaciones multilaterales. Lo de la estación de Policía secreta China en Quito es apenas la punta del iceberg.
