El papa Francisco ha renunciado a presidir el tradicional vía crucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma para cuidar su salud ante el resto de ritos de la Semana Santa, confirmó este 29 de marzo la Santa Sede en un comunicado.
«Para conservar la salud ante la vigilia de mañana y la Santa Misa del Domingo de Resurrección, esta tarde el papa Francisco seguirá el vía crucis del Coliseo desde la Casa Santa Marta», indicó el Vaticano en un breve comunicado minutos antes del inicio del rito.
El papa Francisco, de 87 años, sufrió algunos problemas respiratorios en los últimos tiempos pero el 28 presidió, aparentemente sin problemas, la misa del Jueves Santo en una cárcel de mujeres de Roma y hoy la ceremonia de la pasión de Cristo en la basílica de San Pedro.
La decisión del papa ha sido de última hora dado que se colocó el sillón en el que debía seguir el vía crucis en la colina del Palatino, frente al Coliseo, donde tiene lugar esta ceremonia por ser el símbolo de la persecución de los primeros cristianos.
Este además iba a ser el vía crucis más personal de Bergoglio pues había escrito de su puño y letra por primera vez las «meditaciones», los textos que se leen a lo largo de las catorce estaciones de la cruz para recordar el camino a la muerte de Jesús de Nazaret.
En sus meditaciones Francisco dialoga con Jesucristo en un mundo en el que reina «la locura de la guerra», «la violencia contra las mujeres» y en el que «basta un teclado para escribir sentencias», entre otros males y reivindicaciones.
La participación del papa Francisco había sido normal
Hasta este imprevisto, Francisco ha participado con normalidad en el resto de ritos de la Semana Santa romana e incluso el pasado miércoles entró caminando a la audiencia general con los fieles, a pesar de que suele hacerlo en la silla de ruedas que usa debido a sus conocidos problemas de movilidad.
Asimismo, aunque en las últimas semanas ha renunciado a leer en público sus discursos y homilías, ya que se cansa por las secuelas de una reciente gripe, según ha explicado, durante en esta Semana Santa los ha leído sin mayor problema.
En la misa crismal de Jueves Santo, que abre el Triduo Pascual, Francisco leyó una larga homilía, mientras que en la misa de la Última Cena, en una cárcel femenina de Roma, no leyó su homilía sino que improvisó un breve discurso, antes de lavar los pies a doce reclusas desde su silla de ruedas. EFE