La eterna recesión

Carlos Cobo Marengo

Guayaquil, Ecuador

Los últimos años, nuestro país ha venido manteniendo una eterna recesión. Es decir, una reducción o escaso crecimiento de la actividad económica del Producto Interno Bruto. Los escasos crecimientos de nuestra economía significan que cada año aumenta más el número de desempleados que la cantidad de puestos de trabajo que se crean.

Los gobiernos, por su parte, poco o nada han venido haciendo para cambiar y mejorar esta situación, viéndose tentados como siempre a mantener un elevado gasto público e intervencionismo sobre la vida de los ciudadanos, lo que mantiene con carácter indefinido un alto volumen de desempleo.

A este problema se suman los salarios inflexibles que venimos manteniendo, las condiciones de contratación laboral rígidas de nuestro caduco código laboral, el constante descontento y presión de los sindicatos para mantener sus privilegios, mientras se condena a la mayoría de la población a vivir sin un empleo formal. Además, el desconocimiento de los ecuatorianos sobre cuáles deberían ser los mecanismos que permitan al mercado adaptarse mejor a las nuevas y cambiantes condiciones económicas y cómo promover de mejor manera la creación de puestos de trabajo en el Ecuador.

La única política posible y conveniente para cambiar y mejorar de manera estructural los problemas económicos de nuestro país consiste en flexibilizar al máximo la economía en general, reduciendo en todos los niveles el ámbito y el peso del Estado sobre el sistema económico, como la eliminación de impuestos y regulaciones, no fijar las tasas de interés, precios mínimos y de sustentación, y las restricciones al comercio internacional. 

También es crucial permitir la inversión privada en los sectores donde el gobierno no logra hacerlo eficientemente, como la industria eléctrica y el petróleo. Particularmente, desregular los diferentes mercados de los factores productivos, sobre todo del factor trabajo, con la finalidad de que nuestra economía pueda ajustarse tan rápida y poco dolorosamente como sea posible.

La rigidez es el principal enemigo de la recuperación y toda política destinada a suavizar las crisis, como lo fue la del COVID-19, e iniciar y consolidar cuanto antes la recuperación, debe fundamentarse en el objetivo microeconómico de flexibilizar y liberalizar al máximo todos los mercados, en especial el mercado laboral.

Los problemas que estamos viviendo los ecuatorianos no resultan de las fuerzas espontáneas del mercado, sino todo lo contrario, son resultado de la intervención coactiva del gobierno sobre el mercado laboral, los productos y el comercio. Esperemos que muy pronto podamos cambiar esta realidad y empezar el camino hacia la recuperación.

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