La guerra interminable

Eduardo Peña Triviño

Guayaquil, Ecuador  

Algunos Estados latinoamericanos están en guerra contra las organizaciones narcodelictivas y su negocio. Como toda actividad mercantil, está sujeta a la ley de la oferta y la demanda. Nosotros estamos en el lado de la producción y distribución y los países ricos están la mayoría de los consumidores.

Por la naturaleza de nuestro país, estamos en medio de los ofertantes porque nuestros puertos sirven para exportar la droga. Los países del Primer Mundo apoyan nuestra lucha con recursos varios, y nosotros ponemos los muertos de las bandas que luchan por la supremacía del negocio. Casi todos los asesinados por sicarios pertenecen a tales bandas, pero causan inseguridad en la mayoría de la población. El gobierno hace lo suyo con la Fuerza Pública, pero no falta quien le acuse de hacer poco pues día a día los noticieros nos amargan la vida dando cuenta de los muertos y de la droga capturada.

El negocio es muy rentable y seguirá siéndolo mientras sea prohibido. Pueden desaparecer los dirigentes, pero serán sustituido por otros. Esto sin contar con que desde las cárceles ordenaban asesinatos y dirigían a sus secuaces. Mientras existan consumidores, el negocio será próspero. Las palabras, como siempre, nos guían. La RAE, en su último diccionario incluyó el verbo esnifar, “aspirar por la nariz cocaína u otras drogas en polvo”. En Ecuador también hay productores y consumidores, pero son marginales. El negocio está en el Primer Mundo.

Desconozco si en los EEUU y Europa se está haciendo algo efectivo para disminuir el consumo, sabiendo que estas drogas matan y enferman.   Cuando la policía muestra las enormes cantidades de drogas incautadas, la gente se pregunta si será todo. Puede ser que aumente el precio de la mercancía, pero siempre habrá quien lo pague. Cuando alguien ha caído en la lobreguez del vicio, la falta de la sustancia es casi mortal. Tengo el recuerdo de un poeta morfinómano un día que lo vi desencajado, temblando y suplicando en una botica para que le inyectaran una dosis. Era algo dramático y pregunté. Me dijeron que era un pobre hombre enfermo.

Este grave problema es mundial. No tiene límites geográficos ni de ninguna clase. Por lo cual para triunfar en esta guerra, el negocio tiene que ser atacado por los dos lados, la demanda y la oferta. El consumo puede ser disminuido con la educación desde la escuela hasta las universidades. Ya hemos visto en nuestro país vendedores de drogas en las escuelas.   A los niños les regalan, los envician y después los reclutan como sicarios o consumidores. Se ha comprobado que algunos asesinos son jóvenes de 15 o 17 años, que no van a la cárcel común sino a reclusorios especiales. El sicario sabe lo que hace. Ha sido adiestrado para no fallar. Dispara a la cabeza para que la víctima muera al instante. Tiene responsabilidad penal y cuando se trata de menores adultos deben pagar su delito en las cárceles comunes, sin rebaja posible.

Se requiere una discusión mundial para quitar la prohibición. Habrá muchas personas que perderán sus empleos y requerirán otros trabajos para ganarse el pan honradamente. Deberá resolverse.

Más relacionadas