
Quito, Ecuador
“La sociedad es una conspiración contra la belleza”.
Oscar Wilde.
En La sustancia, película galardonada con el Premio al Mejor Guion en Cannes 2024, la directora francesa Coralie Fargeat profundiza en las ansiedades de una sociedad hedonista obsesionada con la juventud, los cuerpos y la belleza. Este tema, central en la estética, ha sido objeto de investigación y debate a lo largo de la historia del arte y es evidente que el filme se inspira en obras literarias como El retrato de Dorian Grey.
En la novela de Wilde, la fascinación por la belleza física lleva a una profunda corrupción ética y decadencia. También el relato El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde de Robert Louis Stevenson reflexiona sobre cómo la búsqueda de un ideal estético, que busca una apariencia moral intachable, conduce al caos. En esta historia las dos facetas de la personalidad humana -la respetable y la corrupta- se manifiestan físicamente, revelando las tensiones entre apariencia y moralidad.
A lo largo de la historia del arte, la belleza ha sido una noción cultural en constante evolución. En la antigua Grecia, Platón consideraba la belleza como un reflejo de la virtud, un equilibrio entre sabiduría, justicia, valor y templanza. Durante el Renacimiento, artistas como Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, la idealizaron como un símbolo de perfección humana. El Romanticismo, por su parte, trajo una visión más subjetiva, donde se la vinculaba a las emociones y la naturaleza. Kant debatió en su filosofía la relación entre la belleza y la moralidad, mientras que Nietzche criticó la ética tradicional, asociando lo bello con la vitalidad y la superación. En el siglo XX, artistas modernos como Marcel Duchamp desafiaron los cánones clásicos al proponer que la belleza no es un valor absoluto sino una construcción social en cambio constante.
El séptimo arte ha heredado todo este debate sobre los valores estéticos y morales, trasladándolo a complejas narrativas visuales. En este sentido, la realizadora gala se alimenta del cine contemporáneo, en particular del subgénero del body horror para desarrollar su obra. Películas como La mosca (Cronenberg, 1986), La muerte le sienta bien (Zemeckis, 1992) y La piel que habito (Almodóvar, 2011) abordan la relación entre belleza, cuerpo, identidad y transformación. Estos relatos cinematográficos señalan cómo la búsqueda de un ideal estético puede llevar a cambios físicos y sicológicos que desafían los límites de lo natural.
Retomando el análisis literario, tanto El retrato de Dorian Grey como El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde exploran la obsesión por la belleza y la dualidad de la naturaleza humana. En la obra de Oscar Wilde, Dorian Grey sacrifica su alma para preservar su juventud reflejando como lo bello puede ser la causa de una corrupción eterna. Por otro lado, en el relato de Stevenson, el protagonista encarna la lucha entre lo moral y lo monstruoso, explorando su identidad en un intento de liberarse de las restricciones impuestas por la sociedad.
La directora francesa moderniza estas narraciones, manteniendo el espíritu de las obras originales que abordan la corrupción, la dualidad humana y la obsesión con lo banal. Al igual que Dorian Grey y Jekyll ocultan sus monstruos internos, Sue, una de las protagonistas del filme anglo-francés, esconde el sórdido proceso que le permite conservar su juventud y fama. Así, mediante el body horror, la cineasta fusiona la transformación física con la violencia y el sufrimiento reinterpretando la dualidad humana y mostrando una vez más cómo los complejos psicológicos desatan una fuerza autodestructiva.
En este sentido, el subgénero del horror corporal en la cinematografía representa las transformaciones físicas extremas para abordar temas profundos como la identidad y la mortalidad. En largometrajes como La mosca, La muerte le sienta bien y La piel que habito, se exhiben protagonistas que están atrapados en un delirio estético que altera tanto sus cuerpos como sus mentes.
Seth Brundle, el protagonista del clásico de los años ochenta, intenta superar las limitaciones físicas humanas y acaba convertido en un monstruo. Madeline y Helen, en el filme de los noventa, persiguen la eterna juventud y se transforman en zombis.
En la película de Almodóvar, Robert Ledgard realiza experimentos para crear una piel perfecta, lo que desencadena una violenta tragedia. Así, el filme de la parisina estrenado este año, además de ilustrar estas quimeras, ofrece una crítica aguda a la cultura del cuerpo, la estética contemporánea y la fama en Hollywood.
En entornos, en los cuales las cirugías plásticas, la imagen de las redes sociales y la presión por mantener una imagen perfecta son dominantes, la obra examina las tensiones de los personajes atrapados en estos dilemas. El guión, escrito por la directora misma, revela cómo el deseo por cumplir con determinados estándares provoca consecuencias destructivas tanto en la psique como en el cuerpo. De ahí que La sustancia se convierta en una metáfora de la preocupación ilimitada por las apariencias.