Zavala Egas o el fin de una era

Carlos Jijón

Guayaquil, Ecuador

En “En busca del tiempo perdido”, Marcel Proust nos dibuja un París que ya no existe: el de los años anteriores a la primera guerra mundial, cuya estructura social va a derrumbarse y ser reemplazada por otra. “Por el camino de Swann”, el primer tomo de la serie, describe los recuerdos del joven Marcel sobre el mundo de la duquesa de Guermantes y el clan que los rodeaba.

La muerte de Jorge Zavala Egas, uno de los más importantes juristas de Guayaquil, la mañana del pasado sábado, parece también un final de era. Zavala Egas, que fue diputado del Guayas por la Izquierda Democrática durante de los años ochenta, perteneció a una época en que los partidos políticos buscaban todavía a personas talentosas para ejercer las funciones de Estado.

Fue hijo del “Ronco” Zavala, Jorge Zavala Baquerizo, que fue un gran penalista, diputado y vicepresidente de la República durante el quinto velasquismo. Y, como su padre, perteneció a una élite de intelectuales que hicieron del Derecho el norte de su vida, una especie de aristocracia del espíritu, que dominó la vida política del Ecuador antes que llegue el narcotráfico a reemplazarlos.

En el viejo Ecuador, ese que los políticos empezaron a denostar cuando llegó la Revolución Ciudadana, habían diputados de la talla de un Zavala Egas, Rodolfo Baquerizo Nazur, Raúl Baca Carbo, Vladimiro Álvarez Grau, tribunos que honraron la Legislatura con su presencia. En 1979, cuando se retornó a la democracia, hombres como ellos eligieron a un Fiscal General como Edmundo Durán Díaz; Contralor a Hugo Ordóñez Espinoza; Procurador a Nicolás Parducci, probablemente las autoridades de control de mayor prestigio en unos cargos a los que luego llegaron Carlos Pólit o Pablo Celi, ambos actualmente en prisión, condenados por sus fechorías.

La situación es tan grave, que estamos a punto de que la antigua administradora de un motel en Santo Domingo de los Tsáchilas, la legisladora Viviana Veloz, asuma la Presidencia de la República, si tuviera éxito el plan del Presidente Daniel Noboa para destituir a la actual vicepresidenta de la República, Verónica Abad, vía sumario administrativo, antes de pedir licencia para sumergirse en la campaña para su reelección.

De acuerdo a la Constitución, el presidente deberá ser reemplazado temporalmente por el o la vicepresidenta de la República. En caso de ausencia definitiva de la vicepresidenta, Noboa deberá enviar a la Asamblea una terna para reemplazar a la persona que va a sucederlo, temporalmente a él. ¿Supone alguien que el correísmo va a elegir vicepresidenta de la República, si bastara con no llamar a votación para que, por orden de sucesión, la actual presidenta de la Asamblea Nacional, Viviana Veloz (tras la renuncia del socialcristiano Henry Kronfle) asuma el poder?

O tempora, o mores. En “El tiempo recobrado”, el último tomo de la saga de Proust, un ya viejo Marcel ha regresado a París, para descubrir que Odette de Crezy, una antigua cortesana, a quien Oriana, la original duquesa de Guermantes, consciente de su presencia profana, ni siquiera le dirigía la palabra, pero que ahora es la nueva duquesa y cabeza del nuevo orden.

Y sí, es posible que los bárbaros lleguen a Roma. Que Viviana Veloz asuma el poder en Carondelet. Y quizás ese día entendamos la importancia de defender la república y sus valores. Que las noticias no son sexys porque sus presentadores se mensajeen con los narcos. Que las democracias pueden implosionar. O que el tiempo de los Zavala Egas, de los antiguos tribunos, ha terminado de una vez y para siempre.

Jorge Zavala Egas.

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