
Guayaquil, Ecuador
Como suele repetir mi amigo, el coronel Alberto Molina, citando al “lluro” Córdova, en Ecuador, los políticos pueden tostar el granizo. La semana pasada, los asambleístas de Construye salvaron de la censura a la ministra del Interior, Mónica Palencia, absteniéndose de votar en su contra en el juicio político planteado por el correísmo para destituirla por haber capturado al exvicepresidente Jorge Glas en el interior de la embajada de México.
El salvataje de Construye ha ocurrido pocos meses después que el joven presidente Noboa los describiera como “una basurita que tenía en el ojo” y advirtiera que se la iba a sacar. Sobre la líder del movimiento, María Paula Romo, dijo que era “una transformer de la política, un pokemon”. Poco después, coincidentemente tras las advertencias, el Consejo Nacional Electoral borró del registro de partido a Construye, un obstáculo que lograron salvar en el Contencioso.
Y ahí están ahora, votando juntos, tostando el granizo. Bien es verdad que el juicio político, no tenía fundamento, ni siquiera político. Era planteado por el correísmo y apoyado por el Partido Social Cristiano, los grandes aliados del régimen en los comienzos, a los que entregó la presidencia y la vicepresidencia de la Asamblea Nacional, además de la presidencia de la Comisión de Fiscalización.
Alguien pudiera alegar que destituir a la ministra por ordenar la irrupción en la embajada de México, violando el derecho internacional, era suficiente motivo. Pero Construye ha entendido, creo que correctamente, que el enemigo contra el que estamos luchando es el correísmo. Que después de ver cómo Daniel Ortega y Nicolás Maduro se perpetúan en Nicaragua y Venezuela, entregarles una victoria al inicio de una campaña electoral sería una insensatez.
En 1982, en la primera destitución de la que yo tengo memoria, el diputado León Febres Cordero logró la censura de Carlos Feraud Blum, el brillante ministro de Gobierno de Osvaldo Hurtado, y se convirtió en la estrella que iba luego a derrotar al favorito de entonces, el también diputado Rodrigo Borja, en la carrera hacia Carondelet.
Creyendo que el adversario político era el gobierno de Hurtado, la Izquierda Democrática, el partido de Borja, se sumó a Febres Cordero para destituir a Feraud Blum. Y lo que lograron fue levantar al entonces débil candidato socialcristiano.
Tampoco entonces las causas eran justas: en medio de la austeridad del gobierno democrático, los hijos de los policías habían recibido unas muñecas de trapo como regalo de navidad. Pero habían dos mentes brillante ahí, contendiendo, el uno contra el otro. Ahora ni siquiera recuerdo el nombre del diputado interpelante.
Yo creo que es importante reconocer la madurez de Construye al no contribuir con sus votos a la destitución de Palencia, pese a los agravios sufridos tan recientemente. Y juzgo también importante el aprendizaje, aunque a las malas, del joven presidente, que va entendiendo la importancia de concertar con fuerzas democráticas cuando no se tiene mayoría propia.
¿Que hay otro acuerdo, tras bastidores, que no nos han dicho? Es posible. Acordar que se va a cumplir la ley y no interferir en los tribunales está bien. Es correcto, aunque no debiera existir pactos secreto para ello. ¿Hasta dónde van a llegar? ¿Controla el gobierno al Consejo Nacional Electoral? ¿Van también a descalificar la candidatura de Jan Topic?
El “lluro” Córdova, que fue bautizado por sus padres como Andrés F. Córdova, y que en 1924, a comiezos del siglo pasado, fue nombrado Encargado del Poder, mientras el presidente Arroyo del Río se lanzaba a la reelección, solía decir que en Ecuador se puede tostar el granizo.
Mientras ello ocurre, no lo olviden: hay que desmontar Montecristi.
